Séptimo Día

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Todo cuanto ha ocurrido en el país en los últimos meses ha provocado una serie de situaciones y contradictorias interpretaciones de esos hechos.

Así tenemos como los sectores de la oposición decidieron tomar las calles y protestar por la convocatoria hecha por el oficialismo a la Asamblea Constituyente y del otro lado, el gobierno arremete contra ellos, apoyándose en la GNB, PNB, paramilitares, milicias y los colectivos.

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Además, por una parte vemos a unos sectores de oposición asumiendo una conducta que a veces raya en lo vandálico, llevando a cabo una bestial deforestación de las áreas verdes de las ciudades, produciendo una exagerada obstrucción de las vías, donde en algunos casos se impone el pago de “peaje” para poder avanzar.

Mientras por la otra parte, se hacen presentes unas fuerzas del orden público imponiendo una brutal represión contra la población, utilizando tanquetas, armas de fuego, bombas molotov, perdigones, arrojando hasta la fecha un centenar de muertos, miles de heridos y lesionados, así como muchos detenidos, sometidos a vejaciones y torturas.

De acuerdo con lo descrito, nos cuesta entender los excesos que le endilgan a los “opositores”, llegando incluso a vincularlos con saqueos, robos, destrucción e incendio de instituciones públicas, vehículos de transporte y particulares, conducta que los ha llevado a ser calificados como “los colectivos de la oposición”.

En el caso de los “oficialistas”, también resulta difícil de entender la violencia despiadada de los cuerpos de seguridad, las milicias, paramilitares y colectivos, los cuales han cometido asesinatos, saqueado comercios, supermercados, clínicas y estos, parecieran actuar con el disimulado apoyo de los organismos de seguridad, al avalar su criminal comportamiento.

De tal manera, que el país se encuentra sumido en un vandalismo nunca antes visto, de lado y lado, impidiendo el libre desenvolvimiento de la población, obstaculizando el funcionamiento del comercio y las empresas, la asistencia de los trabajadores a sus labores, de los estudiantes a sus casas de estudio y dejando a las ciudades y a todo el país incomunicado.

No obstante, ha sido el centenar de jóvenes muertos, los miles de heridos y lesionados, la inmensa cantidad de detenidos, el allanamiento de viviendas y la destrucción de instituciones públicas y privadas lo que mayor daño moral y material ha causado a la población, sin el menor asomo de posibilidad de resarcir los mismos.

Ahora bien, mientras el país y sus ciudadanos sucumben de impotencia ante todo este cúmulo de calamidades, que se recibe como respuesta o esperanza para superar la grave crisis: el “oficialismo” propone una Asamblea Constituyente para el 30 de julio, como la panacea para solucionarlo todo, como si se tratara de una coyuntura constitucional, mientras la “oposición” oferta como una posible salida plantones, guarimbas y ahora, la convocatoria a una consulta popular para este 16 de julio.

En definitiva, todo parece indicar que nos encontramos en una especie de “callejón sin salida”, con un país en donde la crisis ha hecho “metástasis” y no se vislumbra una salida pacífica, democrática y constitucional en el corto, mediano y largo plazo, todo lo contrario, el ambiente existente pareciera abonar el camino que conduce a un estallido social, a una posible guerra civil o a una terrible confrontación política con resultados impredecibles; será que no hay santo por quien rogar en este desafío. Valor y pa´lante.

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