Por estas fechas se está celebrando el centenario de la Gran Revolución de Octubre, liderizada por Lenin y sus colaboradores entre los que figuran Stalin y Trotsky. Fueron hechos extraordinarios, tanto en sentido positivo como negativo por las consecuencias que trajo para toda la humanidad y cuyos efectos aún no se han terminado, de la misma manera como la Revolución Francesa sigue influyendo en la vida contemporánea.
Como suele suceder en estos casos de celebraciones importantes veremos durante todo el año cualquier cantidad de artículos, libros, seminarios, etc. que se ocupan del tema y de las consecuencias que la Revolución de Octubre tuvo –y sigue teniendo- para todos nosotros. En mi caso, prestaré atención a un hecho gravísimo que aún vive entre nosotros: aunque Stalin ya murió y la Unión Soviética se desplomó, el stalinismo como estilo de gobierno y de entender la práctica política sigue vivo entre nosotros, en su versión tropicalizada, pero no por ello desnaturalizada, trasplantado desde Cuba. En su tiempo, denunciar las conductas de Stalin no solo acarreaba riesgos muy graves, sino que además podía ser desmentida por una propaganda tenaz que acusaba a los antistalinistas como enemigos de la clase obrera y su glorioso futuro. Hoy, muchas de las cosas que ayer se decían con temor han sido confirmadas tras la caída de la Unión soviética y la apertura de los archivos de sus policías secretas.
Estas son algunas de las características del estalinismo:
-Totalitarismo: el régimen negaba todas las opiniones en contrario temiendo que otras opiniones más sensatas y razonables se hicieran presentes en los grupos sociales: solo ellos eran dueños de la verdad. Eso condujo a la persecución de individuos, grupos y partidos disidentes, tanto en la URSS como fuera de ella, tal como fue la dura persecución de los trotskistas. Para consolidar su poder recurrió a los famosos juicios de Moscú donde prácticamente toda la vieja guardia bolchevique, compañera de Lenin, fue convencida de haber cometido terribles crímenes y de aceptar e incluso pedir el castigo por sus traiciones.
-Combatía cualquier manifestación del libre mercado imponiendo el capitalismo de Estado, en la forma de economía planificada centralmente. El Estado expropiaba los medios de producción privados, aun a sabiendas que eso traía hambre y baja de la producción. La impericia de los gerentes socialistas era compensada con la fuerza de la autoridad militar y con jornadas de trabajo de 10 y 14 horas. En un término de 30 años logró llevar la atrasada economía soviética a ser una a la par del mundo desarrollado. Y esto lo logró bajo una intensa represión y la utilización de todos los disidentes a los que no mataba. Maduro anuncia constantemente planes, pero al parecer estos apenas si sirven para algo.
-Stalin militarizó a la sociedad soviética, pero en especial a los cuadros del partido comunista. Y aquí es tal vez la única cosa que está haciendo bien Maduro, por lo menos a nivel de lenguaje, rebosante de términos militares.
-Uso intensivo de la propaganda, haciendo énfasis en el culto a la personalidad de Stalin, presentándolo como padre y padrecito de todas las masas pobres y necesitadas de ayuda, como el que nunca se equivoca y también como la máxima evolución y continuación del marxismo leninismo, algo que, ciertamente, aquí nadie ha asumido ese rol.
