Industria manufacturera del país mantiene su tendencia declinante

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Mientras el gobierno sigue insistiendo por todos los medios en la recuperación de la economía, en que van siete trimestres continuos de crecimiento, la última encuesta de coyuntura de la Confederación de Industriales de Venezuela (Conindustria), dada a conocer al país, hace apenas una semana, pone en evidencia que, de acuerdo con las propias cifras del Banco Central de Venezuela, no todo lo que brilla es oro.

En efecto, sectores que son vitales para la economía, como son los relacionados con los bienes transables básicos, registran un “crecimiento” que no es como para estar satisfechos:  petróleo,  1%, siendo un sector que debería ser fundamental para dinamizar el desarrollo de muchas actividades; sector manufacturero, 0,4%, cuando la economía en su totalidad, está creciendo en 5,4%; mientras que los sectores beneficiados por el elevado gasto público, impulsado por la coyuntura electoral, como es el caso de los servicios, registran un mayor dinamismo, tal como ocurre con la banca con 34%, comercio, 10%  y servicios del gobierno, 6%, cifras que ponen en evidencia una pérdida de competitividad nacional y de fallas en la industria petrolera para incrementar sus niveles de producción.

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Lo que no parecen tomar en consideración los altos voceros oficiales, cuando convocan a las ruedas de prensa, para presentar las cifras, es que mientras en 1998 el sector manufacturero representaba un 17,4% del total del Producto Interno Bruto, para el primer semestre de este año, apenas representa un 14,3%, es decir que en los últimos 14 años el aporte de la industria al PIB, ha registrado una caída de 3,1%, que en términos absolutos representa una cuantiosa cantidad de recursos, con el agravante que desde finales del 2005, de los 27 trimestres transcurridos, el sector manufacturero sólo ha crecido por encima de la economía total, solo en 4 de ellos, lo que refleja un decrecimiento continuo y marcado de la actividad industrial en el país, lo que resulta verdaderamente lamentable, porque el sector manufacturero es fundamental para la generación de empleo digno y bien remunerado.

También se regodea el alto gobierno con el crecimiento de la industria de la construcción en un 17,6%, pero el emisor no establece la diferencia entre construcción privada y pública, porque si bien ha habido un incremento en la construcción, el cual no se ve reflejado como tradicionalmente ha sido en la economía, en mayor actividad manufacturera, porque la construcción pública se está viendo apoyado por importaciones, por acuerdos con Rusia, Bielorrusia, Irán, que están construyendo viviendas con materias primas que vienen de esos países y empleos que también vienen de esas naciones, siendo evidente que este crecimiento que reflejan las cifras del BCV, no tiene ningún impacto en la manufactura nacional ni en la generación de puestos de trabajo en el país.

Al revisar el Índice de Producción Manufacturero, recientemente publicado por el BCV, sólo cuatro sectores crecen más allá de la población, es decir que crecen desde el punto de vista per cápita, de una forma positiva. El IPM que tiene como año base 1997, únicamente los sectores papel, productos de papel, sector químico, caucho  y plástico y madera y caucho crecen por encima de la población, el resto de los 16 sectores crecen por debajo y de forma significativa, lo que genera preocupación e inquietud, porque se sigue en la  manufactura, en niveles muy inferiores a los que existían en 1997, poniéndose como ejemplos el sector de cuero y calzado, que está -41% de lo que era en 1997 y el sector automotriz está -30% de lo que era quince años atrás, lo que causa inquietud en un país que tiene que buscar ser más competitivo y generar más puestos de trabajo.

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No se dice toda la verdad

Un sector sensible, del cual tampoco se ocupa el alto gobierno, tiene que ver con los alimentos, que representa el 30% del PIB manufacturero, el cual viene cayendo en 5 trimestres consecutivos en 9,4%, la conclusión es que un país que no está produciendo los alimentos para su población, que está dependiendo de una manera muy marcada de las importaciones, obviamente no tiene soberanía alimentaria, y nos crea un gran factor de debilidad como economía.

Asimismo, cada día somos más dependientes del ingreso petrolero, ya que en los últimos años se ha incrementado en forma significativa, al extremo que en estos momentos el país está dependiendo de los ingresos petroleros en un 96%, cuando en la década de los 80%, la dependencia era de un 80% o menos; mientras que las exportaciones no tradicionales apenas representan el 4% de los ingresos, de allí que tal como lo decía muy sabiamente el ex ministro de Energía y Minas y  ex presidente de Pdvsa, “cuando en Arabia Saudita estornudan, en Venezuela nos da pulmonía”. Las importaciones correspondientes al primer semestre del año, según las cifras del BCV se ubican en US$ 27.000 millones, cifra gigantesca para el tamaño de la economía venezolana, de las cuales el 37% corresponden a compras realizadas por el gobierno en el exterior.

No dice el Ejecutivo que el 47% de las industrias reporta una caída en su producción; mientras que en la pequeña y mediana industria esta caída se eleva al 57%.

La inquietud de mucha gente se justifica, porque no es fácil hacer entender como crece la economía de un país, cuando sectores fundamentales como la agricultura y la manufactura se mantienen estancadas.

 

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