#Opinion: SES en vez de SOS Por: Alberto Mirabal Martinez

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SES en vez de SOS
En la reconstrucción de la nueva Venezuela que se avecina, la orientación a resultados debe formar parte de la filosofía con la cual habrá de gobernarse. El ingente cúmulo de problemas que se asumirán, de los cuales la población seguidora del oficialismo pareciera no haber captado, entendido ni sentido a lo largo de estos últimos años, amerita de una perspectiva gerencial acorde al compromiso previsto. Habrá que planificar, claro está, pero será necesario establecer prioridades y constituir alianzas estratégicas para dar respuestas inmediatas y salir del letargo en que hemos estado sumidos.
Dada la magnitud de las acciones que deben acometerse en los diversos sectores de la sociedad y como consecuencia del despilfarro financiero, la nueva administración deberá calcular muy detalladamente sus pasos con miras a generar confianza y minimizar el impacto comparativo sustentado tanto en el pasado como en las esperanzas cifradas. Enfocarse más directamente y en la inmediatez en las 3 acciones que dan fortaleza y sustento a una nación: Seguridad, Educación y Salud, cambiaría radicalmente la faz de nuestro país. El resto de acciones, igualmente importante, puede ser manejable por otras opciones.
Mantener entonces la filosofía de trabajo y el aporte de recursos centrados prioritariamente en programas dirigidos hacia quien nos cuida, nos educa y nos cura, y con ello me refiero de manera genérica al policía, profesor y médico, sentaría las bases de apoyo para el camino hacia la dignidad que como nación y ciudadanos parece haberse perdido. Hablar de esas tres áreas, abarca todo un planteamiento de soporte estructural que implica corregir, ordenar y hacer ajustes en el plano laboral, tecnológico y social para quienes habrán de quedarse y quienes vendrán a formar parte de la plantilla dedicada exclusivamente a proteger, formar y sanar.
El espacio queda corto para explicar algunas de las formas en que puede hacerse, pero simplemente pensando en el grueso de políticas públicas que en los planos enunciados y centradas en la seguridad, educación y salud pueden ser reestructuradas, tendremos una idea de cuán eficientes podemos ser. Y si existe alguna duda, basta con hacer algo de “benchmarking” para tener una base de las mejores prácticas en el mundo y hacer los ajustes pertinentes para los programas y acciones puntuales que habrán de desarrollarse en los respectivos casos. Obviamente queda claro, que en la ejecución de los proyectos, deberá privar la calidad, responsabilidad y honestidad presente en el mejor talento del país, tarea ésta a todas luces más compleja de lograr, no tanto por la ausencia del mismo, sino quizás por los matices partidistas inherentes en el manejo del Estado que puedan ampliar la brecha a la participación independiente. En ese sentido, combinar las destrezas y cualidades presentes en ambos sectores, es vital para el éxito del proceso.
Con relación al conjunto de debilidades existentes en áreas vinculadas con vialidad, vivienda, servicios públicos, energía, empleo y producción agroalimentaria por sólo hacer mención de algunas de las más relevantes, basta con establecer alianzas con organizaciones nacionales y extranjeras que puedan ser sostenibles económica y jurídicamente en el medio y largo plazo, de cara a la optimización de recursos y aprovechamiento tecnológico. Dirigir parcialmente tales esfuerzos, equivaldría a reducir la distracción de recursos en acciones en donde históricamente el Estado como ente ejecutivo suele carecer de eficiencia, sin dejar de mantener control como órgano rector en cualesquiera de los sectores donde pueda por norma constitucional, tener inherencia.
Es simple, entonces para las primeras acciones a ejecutar. El Estado dirigiendo buena parte de sus recursos humanos, tecnológicos y materiales a la reconstrucción de los pilares clave de sustento de una nación: Seguridad, Educación, Salud (SES), y paralelamente, estableciendo acuerdos con entes empresariales y organizaciones no gubernamentales de origen local o supranacional para cubrir simultáneamente el cuerpo de programas previstos y necesarios para enderezar la economía y abrir espacios hacia una sociedad más digna. En mi opinión, descuidar ello a estas alturas del momento histórico que presenciamos, podría conducir metafóricamente hablando, a un llamamiento de socorro universal: “Save Our Souls” (SOS).

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