Gustavo Carucí: Haré música hasta el último día de mi vida

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La música corre por la venas de Gustavo Carucí. Barquisimetano, talento nuestro. En su visita a EL IMPULSO, a propósito del tradicional Desayuno Foro, dijo que nació el 9 de octubre de 1963 en el Hospital Antonio María Pineda a las 8 y 30 de la noche.

En casi tres horas de amena conversación con los periodistas de esta casa editora; Juan Manuel Carmona, director del periódico, José Ángel Ocanto, jefe de Redacción y Violeta Villar Liste, jefa de Información, el artista lo contó todo.
La entrevista fue realizada días atrás con motivo de su visita a la ciudad por el concierto De todas maneras rosas que realizó con la intérprete Luz Marina.

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Carucí, productor del CD Lara, perteneciente a la colección Tesoros de la Música Venezolana de Ilan Chester, que en 2010 fue reconocido con el Grammy Latino, es hijo de Ernesto de la Cruz Carucí y de Aura Felicia Angulo de Carucí. Ambos barquisimetanos. Es el mayor de diez hermanos. “Mi infancia la recuerdo con mi mamá embarazada”, bromeó. A los 29 años, prosiguió, mi mamá tenía 10 hijos y era profesora de Química.

Vivían en la urbanización Sucre, sin embargo, como su papá trabajaba para la compañía Finalven, cambiaban de domicilio constantemente. Hoy día sus padres están radicados en Patarata. Carucí tiene su morada en la capital.

Los planteles educativos Manuela Duijm, Alirio Ugarte Pelayo, Antonio José de Sucre y Conservatorio Vicente Emilio Sojo, sintieron el paso del tremendo Carucí. “Nunca me faltó el cuatro en la escuela, pasaba el recreo tocando”.

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Ese amor por la música viene de sus padres. Se conoció que el papá de Gustavo tiene una voz privilegiada. “No se dedicó a ello, uso el don inteligentemente para conquistar a mi mamá, era serenatero y amigo de Rodrigo Riera. Las tertulias en casa eran una constante”. Su mamá también canta.

Recordó que su papá lo llevaba a una peña musical en la que se reunían los músicos más importantes de la época, entre ellos, Rodrigo Riera.

“Yo estaba tan ávido de aprender que me los comía con los ojos. Allí, el maestro Silvano González, guitarrista, me dio el consejo más grande de mi vida. Yo toqué la guitarra para ellos y ese maestro me dijo “tenéis que sacarle el alma a la guitarra”, tocaba muy tímido. Lo entendí inmediatamente”.

Carucí tiene 21 años de casado y dos hijas a las que llama los soles de su vida, Amanda y Laura.

La decisión

Cuando Carucí decide ser músico, su padre se opuso. Quería que fuera ingeniero mecánico. “Recuerdo que me dijo Gustavo Enrique, vamos a ver cómo hacemos con la música, eso es un hobby, lo serio son los estudios. Le dije, yo te entiendo pero lo que es serio es la música y el bachillerato es mi hobby. Se quedó callado. Todavía no me ha dicho nada”, risas.

A partir de ese momento, su tío Agustín Ruiz, lo introdujo musicalmente en la materia. “El entrenamiento fue estricto. Él me educó el oído de la siguiente manera. El tocaba un acorde en la guitarra y yo tenía que reproducirlo en el cuatro”.

Carucí tocó el cuatro hasta los 13 años. Contó que para la época tocaba toda clase de música con el instrumento.

“A los 13 años aprendí de memoria el vals Natalia de Antonio Lauro. Se lo toqué a papá y me dijo que estaba bien pero que tenía que tocarlo en la guitarra. No le gustó, eso me afectó. Agarre el cuatro y lo colgué. Todavía está allí. Agarré la guitarra y me fajé a tocar”.

A los 16 años se resignó a que su papá lo inscribiera en el conservatorio. Así que un día dijo que iba al liceo y se fue a la academia. Su mamá fue su cómplice.

Fueron sus maestros Arturo González, Roberto González y Valmore Nieves.

En el año 80 integró la Orquestina Típica Preludio Larense. Posteriormente, se atrevió con el bajo en la agrupación Dimensión Gaitera, también fue parte de Cuatros y más cuatros.

“El bajo me fascinó y me quedé con él. Luego entré a tocar con una banda de jazz que la dirigía mi maestro Silvio Arocha. Era un quinteto que se llamaba El Zafra”.

“Mi primer arreglo lo escribí un día que estábamos grabando con Ernesto Castillo y en un descanso él me dijo que necesitaba dos arreglos más. Tú eres capaz de hacerlo, me preguntó. Le dije que sí sin dudarlo. Esto generó una serie de bendiciones”.

En el año 89 entró becado a la escuela de música ARS NOVA.

“Jamás tendré cómo agradecer todo lo que a partir de allí ocurrió. Me di a conocer en Caracas y comencé a trabajar con Soledad Bravo, Chucho Avellanet, Julio Mendoza. La lista es extensa. Comencé a girar por Europa, Sudamérica, Centroamérica”.

-¿Cuál es la etapa que más lo ha marcado?
-Ha habido varias. Cada una me ha dado algo diferente. En los 90 viajábamos mucho por el mundo. Al menos tres meses girando. Codearnos con tantos músicos buenos. Eso ha sido muy reconfortante. Además de ello, trabajé como músico para una compañía de cruceros por ocho años. Tocaba en las orquestas. En esa fase conocí músicos de todo el mundo. Eso fue enriquecedor. Fue una clase de ocho años.

-¿Hacia dónde va?
-Quiero hacer música hasta el último día de mi vida. No perderé el amor por la música ni la curiosidad. Quiero aprender el lenguaje de la orquesta sinfónica, quiero entrar un poco más de lleno en la composición y aprender con más propiedad el color de las orquestas.

-¿Con cuál oficio se siente más cómodo, ejecutante, arreglista, productor?
-Voy a seguir produciendo porque he desarrollado el oído para saber qué falta y qué sobra. Entender qué debo hacer para que el artista llegue.

-¿Cuál es el consejo que usted le daría a un joven que se inicia en la música?
-A ser completamente honesto consigo mismo para que sepa si puede o no con algo. Que no permita que se le muera la curiosidad. A los padres les diría que apoyen a sus hijos y tengan el tino para notar sus talentos.

-Usted considera que la fusión de elementos de otras culturas con la música venezolana es vital para crear la música venezolana del futuro, ¿a qué se refiere?
-Soy un defensor de las tradiciones. Debemos vigilar para que no desaparezcan. Creo que las artes y la música tienen que evolucionar. En este momento el músico tiene más información que la que teníamos en el pasado. Hoy día tenemos contacto directo con cualquier manifestación cultural del mundo. El músico que se mantiene curioso encontrará elementos en cualquier parte del mundo que le son simpáticos a la música nuestra. Todo músico tiene que conocer sus raíces y a la vez escuchar todo lo demás.

-¿Qué significó para usted el Grammy Latino que recibió el disco Tesoros de la Música de Ilan Chester?
-Uno de los mayores estímulos de mi vida y para mi carrera. Es un sueño. Que Ilan me haya llamado para producirle el disco ya era un premio. A veces no comprendo la dimensión de ese reconocimiento. Lo agradezco infinitamente.

-Es preocupante ese amarre que tiene la música venezolana para expandirse en su propio país y en el mundo, parece que no creemos en lo nuestro, no evoluciona, ¿Qué es lo que sucede?

-La gente que manejó las disqueras en el pasado le hizo mucho daño a la música venezolana. Estoy contento porque ahora la gente trabaja independientemente. Los artistas que trabajaban con disqueras tenían la obligación de cantar lo que la disquera decía. Un directivo de una disquera sin cultura musical le puede hacer mucho daño al resto. Eso vino en detrimento de la música con contenido.

-¿Cuál ha sido su filosofía de vida?
-La apertura. Todo se me ha dado en el momento. No le digo que no a nada. De todas las situaciones se aprende, de dónde se saca entonces la experiencia. No podemos negarnos las oportunidades. Hay que intentarlo. Si no se puede, se agradece la oportunidad, pero se intentó.

Twitter Foro

@Mauriciojbg ¿Qué artistas venezolanos admira?

Juan Vicente Torrealba fue un personaje importante de mi niñez. Quizás no ha sido reconocido su inmenso aporte a la música llanera y venezolana. También admiro mucho a Aldemaro Romero y muy especialmente el maestro Luis Laguna.
@aleciacamacaro

¿Qué piensa sobre el movimiento del Jazz en Venezuela?

No se puede ser empírico en la música. Hemos caído en una trampa con el afán de ser tomados en cuenta. La música venezolana va a tener un momento importante en el mundo. Eso viene, eso se está cocinando. No ha pasado como con la música brasileña y su samba, la mexicana, los mexicanos han sabido internacionalizar su música y argentina que se conoce en todo el mundo. Ya tendremos nuestro momento y saldremos con una cosa totalmente diferente.

No nos hemos preparado, hemos dejado la formación a un lado para llegar a la meta. No le doy crédito a que un grupo de músicos venezolanos salga a tocar con una bandola, un cuatro y una maraca y el bandolista hace un solo y a eso lo llamen jazz.

No podemos ser inocentes e ir a Nueva York a hacer un solo de cuatro y decirle a la gente que eso es jazz. El jazz no tiene ya nada que ganar en el mundo pero la música nuestra sí. Haga su solo de cuatro, de bandola pero no lo llame jazz.

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