Beatriz Briceño Picón: Si hay vida, hay esperanza

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El legado de Don Mario Briceño Iragorry adquiere un matiz diferente cuando es su hija, Beatriz Briceño Picón, quien nos habla entre anécdotas y recuerdos de la obra de su padre. Su rostro se ilumina, su mirada se convierte en proyector de una gran historia, las palabras brotan como caudal indetenible al compás de ineludibles emociones.

Este encuentro con Briceño Picón, tras la inauguración de la colectiva fotográfica Lo extraordinario de lo ordinario en la Fundación Juan Carmona, originó una amena charla sobre la obra Retazos, de su autoría, el texto Mario Briceño Iragorry reeditado y mal leído de Rafael Ángel Rivas Dugarte (Academia Venezolana de la Lengua) y la Fundación Mario Briceño Iragorry.

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En ese transitar por la vida del intelectual trujillano conocimos que hasta la fecha la edición de las Obras Completas lleva parada casi diez años.

“Monteávila Editores tomó la responsabilidad de la edición, no obstante, el primer volumen lo perdieron, hubo que volverlo a enviar y luego en medio de la rebatiña nacional, se quedó, no ha habido manera de volverlo a retomar”, lamentó la periodista.

Mi padre, prosiguió, fue un venezolano que nos dejó un legado a todos, que buscó la unidad del país y que luchó por ella. Recibió el título de Maestro de la Juventud Venezolana, sus restos reposan en el Panteón Nacional y sigue clamando para que la gente vuelva a nutrirse de un pensamiento que es de todos.

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Algo que nos sorprendió fue el drama que vivió la familia durante la exhumación del cuerpo.

“Treinta y tres años después, cuando lo exhuman, lo encuentran íntegro. Con sus cejas intactas. El impacto fue tal, que tuvieron la osadía de partir a este héroe civil en pedacitos… eso da cuenta de lo que somos. Para ese entonces mi madre vivía, tenía 90 años y por supuesto, no permitimos que se enterara”.

Retazos

Retazos, de la editorial Trípode, Colección Modelos Venezolanos de Vida Cristiana, reedición especial publicada en 1997 en ocasión del centenario del nacimiento de Mario Briceño Iragorry, “recoge con cariño filial algunos textos y datos que aproximan al lector a la vida de un venezolano que invitó a los jóvenes a aprender de sus errores, que amó a Cristo y a su Madre con fervor de converso, y que murió de mal de Patria, porque para él Venezuela fue una pasión que cada vez se fue haciendo más trascendente”.

A propósito de este libro, Briceño Picón hizo referencia al apéndice escrito por Régulo Burelli Rivas al cumplirse 25 años de la muerte de Don Mario, de donde extraemos lo que la comunicadora concibe como Mario Briceño Hoy.

“Mario Briceño Iragorry es no sólo uno de los escritores en quien la prosa castellana de nuestro siglo ha logrado más riqueza y más armoniosa plenitud. Es, también, uno de los intelectuales contemporáneos en quienes la sed de justicia y la transida pasión por el destino humano integral palpitan más generosamente en cada línea de sinceridad indiscutible”.

Y añade Burelli Rivas que lo que hace más interesante el mensaje de Briceño Iragorry es su actualidad, cada vez mayor para los venezolanos, sobre todo en los días que vivimos ante la desintegración e incontinencia que trajo en avalanchas la riqueza fácil, malgastada y despilfarrada sin recato.

Ante todo ello, la voz del profesor, político, diplomático y abogado readquiere su prístino vigor. Voz de profecía no escuchada, como no lo han sido las otras grandes voces venezolanas: Juan Vicente González, Fermín Toro, Cecilio Acosta, Picón Salas, Arturo Uslar Pietri.

-¿La consecuencia de no escuchar esas voces?
-La crisis de pueblo, porque nos falta identidad. Crisis de pueblo por carencia de valores que amalgamen la base de nuestra nacionalidad, por eso Mensaje sin destino sigue teniendo vigencia. Esa crisis de pueblo la seguimos teniendo, Venezuela se levantó sin base y eso con un viento se viene abajo.

Aquí hay un capitalista en potencia simplemente porque vivimos en un mundo capitalista porque como dijo el Papa Francisco, hemos puesto el dinero en el puesto del hombre, queremos hacer remiendos, como por ejemplo la responsabilidad social empresarial, algo que deber ser tácito porque vivimos en sociedad y tenemos que ser personas responsables y lo primero que tiene que ver con lo social es la familia y hasta la concepción de familia está en crisis. No podemos ser gente que va a misa y que luego habla mal del prójimo, despotrica, ofende, etc.

-¿Qué nos queda? -¿Qué esperanza tenemos?

-¡Todo! Todo es esperanza. Si hay vida, hay esperanza. Tenemos que querer al mundo apasionadamente, no para ser mundanos y entregarnos a lo placeres mundanos, sino para convertir, mediante ese motor de amor que nos da la fe, al mundo y hacerlo más habitable. La gente tiene que amar al mundo para hacerlo mejor.

Tuve la dicha de ser hija de ese adelantado ser que era mi padre y tengo ese compromiso. El primer deber que tengo como persona que está en el mundo, como hija de Mario Briceño Iragorry y de ese legado cultural que le pertenece a todos los venezolanos, es trabajar para que ese pensamiento no se quede dentro de las novedades y de los boom de hoy día.

Agregó que Briceño Iragorry fue muy adelantado a su época.

“No pude conocerlo a fondo porque no había madurado, yo no tengo ningún mérito, todo es fruto suyo. Mi padre murió llamando a la unidad. Tenía un deseo muy grande de justicia social, de amor. Sus textos son de obligatoria memoria para el venezolano”.

Reiteró que el apéndice de Burelli Rivas en Retazos ofrece una visión más clara acerca del legado de Mario Briceño Iragorry.

“Sería exiguo tributo al nombre de Don Mario limitarse al encomio de sus virtudes ciudadanas y humanas o al de su obra literaria. Satisfaría, en cambio, a la memoria de ese venezolano ejemplar, saberse incorporado a la vida y al quehacer habitual de las nuevas generaciones”. Y cierra Burelli Rivas recordando las palabras de Don Mario.

“Quizás el mejor homenaje que los hombres de hoy podemos hacer de los hombres de ayer, es traerlos a nuestra vida en la dinámica social. Nada valen sus luminosos retratos en las vistosas galerías. Importa, por el contrario, exprimir de ellos su valor social, su ejemplo útil, su lección digna”.

Mensaje vigente

La extensiva revisión de la obra de Don Mario que Rafael Ángel Rivas Dugarte elaboró con motivo de la conmemoración del XXXV aniversario de la fundación del Centro de Investigaciones Históricas Mario Briceño Iragorry (2012), está al día y vale la pena reproducirla, tal y como nos dijo Beatriz Briceño Picón.

“Don Mario Briceño Iragorry, escritor de muy reconocidos valores llegó a encarnar, por algunos años en la década de los 50, la oposición a la dictadura militar perezjimenista y fue actor protagónico en la búsqueda de una necesaria unidad de los partidos, que a la postre lograría el derrocamiento de la dictadura”.

Rivas Dugarte señala que el docente expuso su inmenso desasosiego por el estado de decaimiento en que se encontraba la producción agropecuaria venezolana, la cual durante la colonia y algunas épocas posteriores había alcanzado niveles sorprendentes hasta el punto de que se llegó a exportar trigo, café, cacao y añil, así como jamones y ganado en pie.

“Pero la crisis que angustiaba a Don Mario no estaba únicamente vinculada a lo agropecuario, sino que se extendía a otros aspectos. En 1951, había publicado su obra más conocida y reeditada, Mensaje sin destino. En ella explica muy bien que la crisis del país estaba en algo más complejo que él llegó a definir como “crisis de pueblo”, entendida esta en función histórica sin ninguna carga étnica, ni económica, ni política, ni social”.

Hoy, escribió el académico, después de 60 años, hemos recaído en esa crisis pero ahora agudizada, porque por motivos políticos se ha venido destruyendo el aparato productivo y no hemos llegado a importar arepas pero sí el maíz.

“Lo que el autor destaca en la Alegría de la Tierra no es la alegría por lo que se da en el campo, sino la tristeza que produce su abandono, al ver que productos como el trigo, dejó de producirse en el país”.

“Mario Briceño Iragorry buscó siempre el robustecimiento de nuestra identidad y nuestra nacionalidad con talante valientemente patriótico, y así adoptó una actitud enérgica ante el entreguismo de la dictadura muy interesada en imponernos a los héroes militares por encima de los civiles, quienes son los verdaderos constructores de la patria”.

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