Durante los últimos 14 años los venezolanos hemos sufrido la trágica experiencia de lo que significa la demolición de un país. La élite gubernamental ha secuestrado las instituciones democráticas y las ha venido utilizando tanto para perseguir y someter a la disidencia como para protegerse a sí misma de las consecuencias de sus propios delitos y abusos. El resto ha sido destruido.
El socialismo del siglo XXI, que se basa en un concepto aberrado de la democracia, en la que el ganador se lo lleva todo y el perdedor se queda sin nada, es un modelo de dominación que procura imponer un pensamiento único a sus ciudadanos, porque según su desviada visión, ellos son los dueños de la verdad. Creen y predican que la única forma de gobernar en paz es que no existan opositores. Para estos “socialistas”, que existamos quienes no pensemos como ellos, les resulta frustrante e irritante. Y es tal su error y su ceguera, que se creen con el derecho de imponernos, por las buenas o por las malas, sus ideas, su forma de entender la vida, sus valores, su moral, sus formas de lucha, su estética, para lo cual se valen de “su legalidad” y “su legitimidad”.
La gran inspiración de esta élite ha sido salvar a Venezuela del capitalismo salvaje, culpable según ellos, de todos los males de la Humanidad. Esta “revolución salvadora” como dueña de la verdad que pretende ser, ha dilapidado los ingresos petroleros más fabulosos de nuestra historia republicana, mediante una política económica ruinosa, cuyos desastrosos resultados estamos sufriendo. Este fiasco, sólo ha servido a la nueva “cúpula podrida” del PSUV para entronizarse en el poder y para enriquecerse con los dineros de todos los venezolanos, mientras reparte migajas a sus electores más pobres, estimula con sus controles el surgimiento de todo tipo de traficantes y de mafias en todos los sectores de nuestra economía y permite que la delincuencia tome el control de nuestras calles y hasta de nuestras vidas.
Pero, nada de lo que hemos dicho hasta ahora, resulta tan trágico para los venezolanos como el hecho de que luego de tamaña desgracia, el régimen, en la voz de su ministro estrella Jorge Giordani, nos revele, hace apenas 2 meses, el gran secreto y fin último de esta revolución, que no es otra cosa, según este señor, que la “superación del modelo rentista”. Es decir, que los fracasados golpes del 4F y del 27N, la defenestración de CAP, la Constituyente, la “bicha”, las 171.000 víctimas de la violencia, la quiebra de Pdvsa, el endeudamiento con China, la actual crisis de desabastecimiento, la inflación, las devaluaciones, la aniquilación del bolívar fuerte, la entrega de nuestra soberanía a los cubanos y pare de contar, tienen su justificación histórica, en la necesidad de ¿superar el modelo rentista? Para decirlo en términos coloquiales: esto se cuenta y no se cree…
Los neoliberales del 4F
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