Reflexiones en positivo – Servicio y servir

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No recuerdo si lo leí o me lo contaron, que existe una historia que se refiere al General José Antonio Páez, que, estando residenciado en Nueva York acostumbraba a pasear en un caballo por las calles del área donde vivía, que un día fue interceptado por un policía tal vez para llamarle la atención o bien para recomendarle o sugerirle algo que garantizase la seguridad de su persona y la de los demás, y ante tal procedimiento el General optó por darle un fuetazo al policía manifestándole que a él se le respetaba por ser General y ex presidente de la República de Venezuela. Este cuento me viene a la mente al haber leído en estos últimos tiempos varios artículos de opinión que se refieren al comportamiento de algunos funcionarios de instituciones públicas que se les paga por dar el servicio de seguridad de los ciudadanos y sus bienes y que no se refieren precisamente a que ese servicio sea dado acorde con lo que prevén la Constitución y las leyes vigentes de nuestra bella República Bolivariana de Venezuela.
Para nuestro General Páez tal vez sea justificable el haber tomado la decisión de propinarle un fuetazo al policía aun desconociendo los motivos que le hicieron tomarla entendiendo que él fue profesional de la guerra que poco tiene que ver con el derecho de la vida personal y la de los demás considerados enemigos o también por haberse considerado irrespetado en sus derechos ciudadanos.
Tratando de imitar al General Páez y levando siempre un fuete al lado del volante cada conductor de los vehículos de Venezuela me hago la siguiente interrógate: ¿Cuantos fuetazos se contabilizarían en la actual Venezuela para dar respuesta a todos esos funcionarios que manifiestan estar de servicio en la actividad de la inseguridad que tal vez sin temor a equivocarme se podría llamar inseguridad?
Servir no es otra cosa que satisfacer una necesidad ajena, y en este caso la necesidad es la seguridad personal y de bienes y servicios, no es otra cosa que la utilización de los funcionarios que deben estar debidamente educados y entrenados para dar respuestas a ese servir y por ese motivo he oído que esas instituciones se llaman órdenes de servicio y que de una u otra forma comprometen en el actuar a quien firma y da órdenes como a quien las ejecuta y debe ser lógica esa interpretación porque si bien es cierto que estadísticamente vivimos en una alta violencia no es menos cierto que es entre venezolanos con las mismas leyes totalmente diferente a que tratemos o se nos trata como enemigos.
En esta semana pasada salí para el trabajo a las 2 de la tarde y en la avenida Lara en menos de un kilómetro me conseguí con cuatro sitios en donde funcionarios de estos organismos  interrumpían el libre tránsito de los ciudadanos, no puedo llamarlos “punto de control”, puesto que la pregunta seria: ¿Control de qué? Y esta misma pregunta deben hacérsela los que dan las órdenes y me surge una nueva pregunta: ¿Somos todos los conductores de Venezuela sospechosos de ser delincuentes? En la segunda interferencia av. Venezuela con av. los leones, para mantener esa bella seguridad un menor de aproximadamente 8 años atravesándose y prácticamente montándose en el capó de los carros para limpiar parabrisas y una dama malabarista haciendo sus presentaciones y me surge la otra pregunta: ¿Esto no lo ven, eso es seguridad?
Más adelante al frente de una entidad bancaria otra interrupción pero con un ingrediente muy especial: presencia de soldados con armamento de guerra, es decir, armas que tienen efectos mortales colectivos, de todas formas acompañados por funcionarios de una institución policial nacional, en donde se requería lo que podemos llamar lo clásico: documentos de vehículos, el resto de papeleo y el consabido «¿no carga para que nos dé para los refrescos?» Y más adelante con todas la pomposidad de presencia de grúas, ambulancias, conos, motos y patrullas, la interferencia para solicitar el pago de trimestres y otros requerimientos  de revisión del vehículo, de tal manera de buscar el motivo  del remolque y otros por menores y de esa forma tuve la oportunidad de llegar pasadas las 3 de la tarde a mi trabajo añorando que vuelva a nacer un General Páez que no se monte en un caballo sino en un carro, que se venga a vivir a Barquisimeto para que reparta fuetazos desde el mayor hasta el de menor jerarquía y a todos los responsables  que se les pagan para servir en seguridad ciudadana.
Todos unidos por la producción nacional

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@JGmendozabarquito

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