Cañonazo económico

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Ciertamente, la historia muestra cómo los gobiernos de izquierda en el continente han sido objeto de ataques desde diferentes ángulos para desalojarlos del poder. Lo ocurrido en el Chile de Salvador Allende es un buen ejemplo, en particular en lo que se refiere a las técnicas para dislocar la economía por medio de acciones programadas desde arriba. Destaca el paro de transportistas y la reducción de la producción. Estas iniciativas se realizaron de manera programada y fueron organizadas por un centro de dirección. El rasgo distintivo de esos actos era que se trataba de operaciones predeterminadas, y no simples reacciones espontáneas de los agentes económicos frente a la coyuntura.

Sin embargo, no puede dejarse de mencionar que las actividades destinadas a desestabilizar la economía chilena se superponían a problemas reales, como el déficit presupuestario, la emisión de dinero inorgánico y la baja productividad. La confluencia de esas dificultades con acciones deliberadas, como el acaparamiento y la especulación, desequilibró al país y facilitó el golpe de Estado.

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Habría que estudiar en qué medida la coyuntura actual venezolana se asemeja a la chilena. Ya se sabe que la riqueza petrolera pone una diferencia, pues ha permitido amortiguar la reacción de quienes se oponen a las políticas sociales de redistribución del ingreso. Por otra parte, no es evidente que en Venezuela el bachaqueo, los viajes raspa tarjetas, la reventa de los buhoneros o la lentitud en las aduanas se deba a saboteo. Claro, en algunos casos puede hablarse de acciones orquestadas, como la decisión de los supermercados afiliados a ANSA, que casi siempre mantienen las cajas de cobranza cerradas en un 40% o 60%. Dicen que por los día libres y vacaciones, pero se sabe que las ganancias dan para contratar un personal adicional, y no lo hacen. No hay necesidad de milicianos. ¿Quién puede creer que cierran las cajas sin una segunda intención? Ahora bien, no todas las complicaciones que se presentan son calculadas o piezas de una guerra económica.

No puede obviarse tampoco que una parte del problema reside en errores cometidos por el Gobierno en sus políticas macroeconómicas y en la ineficiencia en el manejo de los recursos públicos, hasta el punto de que, en apenas tres meses, se esfumaron 20.000 millones de dólares que estaban destinados a importaciones, lo que ha limitado al mínimo los suministros disponibles. Por eso esta guerra económica tiene un rasgo adicional, específico, el llamado “fuego amigo”, es decir, los disparos provenientes del mismo bando, como el atronador cañonazo de esos 20.000 millones de dólares.

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