Actualmente se transmite una propaganda de un banco comercial que utiliza la figura del muchacho mamero, en el caso de la publicidad es papero, personifica al hijo que ya bien madurito todavía acude a su anciano padre para que le solvente sus problemas existenciales: paaa! me quede corto ¿tienes para la gasolina?, paaa! me das plata para el cine, paaa! no tengo para comprar medias y así este retoño entraditos en años corre tras su padre por toda la casa al igual que lo hace un polluelo detrás de la gallina, piando dependiente para que le suplan sus necesidades.
Esta es una conducta normal en animales, principalmente en mamíferos y aves, pero y he aquí la cuestión, repito, normal en los infantes quienes una vez alcanzada la madurez se separan de sus progenitores y alzan vuelo o desaparecen en la selva para nunca mas acudir a ellos, se independizan.
Esta historia viene a colación debido a una visita realizada en estos días decembrinos a una amiga que tiene un negocio, en un centro comercial muy conocido de la ciudad, a donde acudí para realizar mis compras navideñas. Después del caluroso saludo y el intercambio de información sobre nuestros conocidos y familiares, no faltó el obligatorio reclamo de: ¿cuándo vas por mi casa, malagente?, ¿no iras a esperar hasta la llegada de la Divina Pastora?, lo cual me causó mucha gracia, pues, es cierto, siempre asisto todos los 14-E a su hogar estratégicamente ubicado en la ruta mariana.
Luego de ventilar nuestros respectivos reclamos de manera civilizada y adulta, pasamos al tema de los últimos acontecimientos políticos, si acaso así se puede llamar este caos en que transitamos y, estando sentada en un taburete que amablemente me colocó cerca de la caja registradora, ofreciéndome chistosamente trabajo como vigilante, causándome su oferta mucha risa las cuales fueron mermando a medida que comenzó nuestra plática, que me condujo por los caminos retorcidos de las medidas económicas del Inmaduro.
Allí me enteré de primera mano cómo el gobierno tiene acosado al emprendedor independiente con las innumerables inspecciones a sus libros contables casi a diario, como a pesar de tener todo en regla nunca se sabe si aprobaron una ley habilitante que al ser tan reciente no se ha podido implementar, pero eso no importa, igual estás multado o cerrado o ambas cosas a la vez.
Me narró con gran preocupación reflejada en su rostro cómo recientemente le llegó la guardia nacional acompañando o custodiando a 12 funcionarios del gobierno, quienes sacaron a los clientes y tomaron su local toda una mañana para darle una charla informativa sobre la nueva medida de rebaja en el arrendamiento; ¿era necesario esa parafernalia?, ¿acaso mi amiga no podía enterarse por la gaceta oficial o la tv o la prensa escrita o ser informada por los administradores del centro comercial a través de memorándums internos privados? No, evidentemente era necesario el pan y el circo con fines electoreros sin importar el efecto en la psiquis del venezolano.
Lo peor, me contó angustiada, no era la zozobra a la que estaban sometidos ni la inflación galopante sino que para rematar les colocaron unas oficinas de recepción de quejas para que el público denuncie lo que se les ocurra, desde algún sobreprecio que bien canalizado me parece justo, pero también se reciben las acusaciones de los supuestos maltratos de parte de los dueños de negocio hacia el cliente, parodiando la publicidad antes descrita. Sería algo así: paaa! el tendero me puso mala cara, paaa! no me quiso atender, paaa! paaa! me pellizcó la vendedora.
Por Dios!, exclamé con mi maxilar inferior que casi me llegaba al suelo de lo boquiabierta que estaba, ¿cómo es esto posible?, ¿qué esta pasando en nuestro país? Ud. dirá: no vale ¿quien, interesado en vender sus productos, va a espantar a la clientela con groserías o malas caras? Al contrario a veces son tan atentos que empalagan, pero como en la viña del señor hay de todo y esto es posible, entonces ¿qué hacer ante el maltrato, sin necesidad de ir al cubículo de la GN demandando una solución, cual viejo que corre detrás de su padre?
La conducta adecuada y sana es ejercer tu libertad de tránsito e irte a otro lado donde te atiendan como te mereces pero no andar pidiéndole al gobierno que los obligue a ser simpáticos contigo. Esto solo se ve en dictadura y en amantes de los regímenes militaristas. ¿En esto nos hemos convertido, acaso?
Salí del negocio de mi amiga con el corazón roto.
