El parque

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El pasado jueves 19 se cumplieron ochenta años de la inauguración del Parque Ayacucho, nuestro parque, uno de los datos físicos y espirituales de la barquisimetanidad. En lo personal, me siento muy ligado a esas cuatro manzanas verdes y acogedoras. Crecì en su vecindario, dos cuadras màs abajo por la dieciséis y en sus caminerìas tengo sembrado recuerdos de cada etapa de mi vida, desde hacer canoítas con lo que soltaban los àrboles para jugar en las fuentes, hasta haber ido a pasear a mi nieta. Estoy seguro de que a muchos les ocurre como a mì, que el viejo parque es como un gigantesco mural de sentimientos.
Un grupo de barquisimetanos y barquisimetidos nos reunimos en una iniciativa ciudadana por el parque. Darle de regalo de cumpleaños un cariño, un recuerdo. De profesiones diversas y con diferentes maneras de pensar, nos encontramos, para ver còmo podìamos contribuir a que se renovara sin perder su esencia y fortaleciera su relación con la ciudad. Cada quien hizo su parte de la indagación y varias veces tuvimos reuniones de trabajo, generales o en equipos por área, para ver còmo avanzábamos hacia el objetivo.
Nos animaba, además, que el calendario electoral indicaba la escogencia de nuevo alcalde y nuevos concejales, y que la presencia de autoridades de estreno significarìa una inyección de bríos para afrontar con frescura y ganas de cambiar las cosas las asignaturas pendientes en la ciudad de nosotros. Empecè bromeando con Alfredo Ramos que me nombrara placero en el Parque Ayacucho, y terminè invitando a un grupo de amigos y amigas que trajo a otros para que diéramos entre todos forma a una idea. Al final, se trata de desarrollar integralmente las pautas de una Ordenanza que fue dictada por el Concejo que concluye su gestión y que, siendo perfectible, tiene los elementos básicos para guiar un proceso revitalizador. El jueves la pusimos en manos de quienes asumirán la rectorìa de los destinos municipales, y con ella, nuestra disposición a servir para llevarla adelante, sin otra retribución que la satisfacción de haber hecho un presente a Barquisimeto. Esto es, absolutamente ad honorem.
Todos han sido generosos con su tiempo y conocimientos, y muy constantes en su contribución, pero creo que interpreto cabalmente al grupo si subrayo nuestro reconocimiento a Gustavo Machado, mi querido e ininterrumpido amigo desde los tiempos lisandristas. Sus competencias gerenciales y calidad humana fueron la clave de que pudiéramos llegar hasta aquí.

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