La ciudad como tema – China: de regreso a las bicicletas

Algunos recordarán las fotografías de las ciudades chinas de hace 40 años: estaban repletas de ciclistas, todos con su traje Mao de color azul. Eran, así nos parecía entonces, la imagen misma de la pobreza del socialismo marxista: un mar de gente pedaleando. Luego supimos de unos cambios en la política económica: eliminaron las fábricas ineficientes, fábricas propiedad del Estado. Estimularon el desarrollo del mercado y  la propiedad privada, incluyendo la de los grandes medios de producción y hoy vemos el cambio: un mar de automóviles, ocupando calles anchísimas y autopistas con pasos elevados de varios niveles. Los chinos pasaron de la pobreza a la riqueza.
Ese cambio lo hicieron trabajando de sol a sol, durmiendo en las fábricas para no gastar en alojamiento, percibiendo un salario muy bajo, pero siempre mejor de lo que podrían obtener quedándose en el campo. Surgieron muchos millonarios y una extensa clase media y con ellos llegaron los automóviles,las autopistas y la contaminación que se agrega a la que producen las fábricas, más interesadas en bajar los costos de producción que ahorrar en gastos ambientales.
Las ciudades industriales chinas son hoy las más contaminadas del mundo. Las fotografías satelitales muestran sobre ellas una permanente nube de gas tóxico que también se refleja en las estadísticas de las enfermedades pulmonares y que cada tanto obligan a los gobiernos locales a suspender las actividades esperando que se diluya la nube y los ciudadanos puedan volver a trabajar.
Ya Europa ha pasado por eso. Ocurrió durante la primera revolución industrial, entre 1750 y 1850, cuanto las fábricas, los ferrocarriles y los hogares utilizaban el carbón como fuente de energía y había ciudades que, como Londres, podían pasar semanas sumergidos dentro de una nube amarillenta que mantenía a todos tosiendo y con los ojos irritados. Pero poco a poco los ingleses fueron cambiando la situación. Se prohibió el uso del carbón como combustible, se construyeron las redes de electricidad y gas, de modo que las chimeneas domesticas quedaron solo para que San Nicolás les dejara los regalos a los niños.
Lo más difícil fue enfrentar a los automóviles, no sólo por las insuficiencias del transporte público sino también por ser símbolos de status a los que a la gente le cuesta renunciar, esto a pesar de que en Europa nunca hubo gasolina barata, y más bien  sube constantemente por los impuestos que se le aplican precisamente para obligar al público a dejar su auto en el garaje. También hubo que enfrentar a los fabricantes de automóviles cuyo interés evidente era multiplicar sus ventas y exigían que  las ciudades invirtieran en ampliar constantemente la red vial para que aceptara más automóviles.
Al final, se logró tener ciudades mucho más limpias y agradables y esto fue el resultado de aplicar una política de múltiplos frentes: continuas mejoras en la eficiencia del transporte público, cambios en el planeamiento urbano que acortaba las distancias entre zonas de trabajo y zonas de viviendas, presión legislativa para que las fábricas iniciaran grandes procesos de reingeniería reduciendo el consumo de energías fósiles y la producción de contaminantes y, más recientemente, el redescubrimiento del uso de las piernas para caminar o pedalear de modo que andar en bicicleta dejó de ser un asunto de pobres convirtiéndose en algo chic, bueno para la salud y, además, seguro. Así, en lapso de unos 150 años, las ciudades europeas, unas más rápido que otras, recuperaron un encanto del que hacía mucho no disfrutaban.
Es previsible que también los chinos terminaran por recorrer el mismo camino de las ciudades europeas. El asunto es en cuanto tiempo pues el tiempo de las bicicletas y la pobreza asociada a ellas está aún muy cerca –apenas 30-40 años- y tal vez muchos ciudadanos chinos quieran disfrutar de más tiempo de sus recién adquiridos automóviles y el país aún necesite recorrer un largo camino antes de que sus fábricas acepten perder competitividad invirtiendo en sistemas de energías limpias y no contaminantes.
Estimados lectores: a todos Uds. les deseo que el año nuevo sea todo lo bueno que pueda ser.

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