Una de esas manifestaciones de destrucción de los derechos culturales de una ciudad y de un país, lo tuvimos en la culta Francia durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial (1939-1944); cuando el paranoico Hitler al comprender que había perdido definitivamente su devastadora guerra, ordenó al general Dietrich von Cheltitz, quien era el gobernador alemán de París, para que procediera a la destrucción y ruina total de todos los monumentos culturales de la Ciudad Luz; pero, afortunadamente la cultura cívica y militar de este inteligente general, le permitió comprender el que este paranoico había perdido totalmente la razón y que él no cometería ante el mundo y la humanidad tal vandalismo cultural, destruyendo el Museo del Louvre, La Torre Eiffel, el Arco de Triunfo… y el día 24 de agosto de 1944 cuando estaba capitulando ante el general Francés Leclerc, recibió una histérica llamada telefónica, donde Hitler le preguntaba:”¿Paris brûle-t-il? (¿Arde Paris?) y la respuesta fue un falso ¡SI¡; algo muy similar está pasando en la ciudad de Valencia, donde algunos paranoides desean incendiarle todos sus valores culturales; sólo que aquí existimos soldados sin botas ni charreteras, que hemos sido cultivados para otro destino, que no sea la destrucción de nuestros bienes comunitarios, sino el compartir y sembrar la cultura. ¡Voilá!
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