Reflexión – El santuario y el perdón (II)

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El santuario terrenal es el aula en el tiempo donde Dios practicó su pedagogía divina, con el cual prefiguraba la venida del Mesías Salvador. A través de él, Dios le estaba mostrando al hombre, que la muerte del animalito inocente en el altar, anunciaba la muerte del Altísimo en la persona del hijo Jesucristo, para perdón de los pecados de la humanidad. Los ritos celebrados en el Santuario terrenal preparaban la mente del creyente y fundamentaban su fe en la venida del Salvador en un futuro cercano, y a la vez, llenaban su corazón de esperanza. Sacar la existencia del Santuario del conocimiento y el estudio en nuestra vida espiritual. O tergiversarlo con afirmaciones que allí todavía se produce un hecho sobrenatural en algún rito religioso es muy peligroso. Y eso se convierte precisamente en estratagema del maligno para ocultar que en la muerte de aquel corderito puro y sin mancha  anunciaba la muerte de Jesús para  perdón y salvación nuestra. La esperanza del perdón se enseñó en el santuario terrenal del pueblo hebreo mediante el rito del sacrificio en el altar de los holocaustos y  es la  misma esperanza que hace la diferencia en nuestra vida hoy.
Por supuesto, al morir el Cordero de Dios en la cruz del calvario, el rito o ceremonia del animalito queda abolido. Desaparece. Esta ley ceremonial practicada desde el Edén, por el hombre, así como algunas otras quedaron eliminadas. Ya no son necesarias, por cuanto la profecía se cumplió tal cual como Dios la había establecido. El enemigo todavía tiene como meta hacernos olvidar el santuario israelita. O pervertirlo. Que desaparezcan de nuestras mentes las ceremonias que Dios instituyó en aquel tiempo para que el pecador recibiera perdón por su pecado. Y que al morir Jesús,  el Cordero de Dios, en la cruz del calvario, desaparecieron como rituales o simbólicas que eran. Por cuanto de esa manera podemos olvidar también la maravillosa verdad, que nuestro Señor Jesucristo murió en la cruenta cruz, pero también resucitó y se encuentra en el cielo en este momento, a la diestra del Padre, en el Santuario Celestial, el original, presentando su sangre derramada, para el perdón de nuestros pecados. Y que es el juicio pre-advenimiento.
Permita nuestro amantísimo Señor Dios, podamos entender esta verdad. Que pueda alimentar nuestra mente y nuestro corazón de esperanza. Y así quedar convencidos, que aceptar la muerte del Cordero de Dios, y vivir esperanzados en ella, es la solución definitiva a la tragedia que vive el hombre en este miserable planeta. Debemos saber, que todavía está abierta la gracia, manifestada sin lugar a dudas, en los oficios que nuestro Sumo sacerdote está llevando actualmente en el santuario celestial. Y que nuestras oraciones sinceras representan el sacrificio, como olor grato a la presencia de Dios. !Hasta el próximo martes Dios mediante!
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