Clase 1: La epístola y sus ventajas
El género epistolar es noble, elástico, versátil. Disimula renuncias, convoca espejismos, genera memorias, guayabos y compromisos laborales. Además, es el favorito por excelencia de los aspirantes a la escritura. No hay nada que se resista a una carta: ella es una adaptación eficaz (y económica) de pulsiones.
Clase 2: Decirlo sin vergüenza: “este es mi oficio”
El procedimiento de Giordani es simple: denuncia la ruina y establece un distanciamiento retórico de las causas. Se mezcla astutamente con Chávez y conecta el fanatismo a la elaboración del discurso. Luego devela los códigos del sistema económico venezolano, con sus deformaciones y sus éxitos de vitrina, y se escapa por el boquete que él mismo abre en la intoxicada nube de noticias del país. Así consigue su objetivo a costa de las alertas: ser el primero en encenderlas.
Clase 3: “La epístola será ahora un género de disidencia política”
Haciendo una lectura comparada de la carta de Giordani con otra publicación que apareció días más tarde (la del “multiministro” Héctor Navarro, y ahora la de Rafael Isea, que no citaré), observo el mismo horizonte de hundimiento. La carta de Giordani es sardónica, una burla al desastre. La de Navarro es una arenga tibia, remate sin talento sobre una cresta mediática. Ambas se cierran en sí mismas: son misivas de amor a una huida. Tarjetas ilustradas de lamentación.
Clase 4: Cargo que se cierra, carta que se abre
Es cierto que las cartas abiertas, esas que se dirigen a un colectivo heterogéneo, invisible y hasta atemporal, van acompañadas de otro tono. En ellas el sujeto no expresa: proclama. Pero aquí Giordani intimiza y hace un curioso ritual de expiación a través de códigos afectivos. Con sus discretos ataques de megalomanía y su poética utilitaria, celebra una ruptura asumiéndola como ajena. La carta es una treta y su estilo no podía abordarse de otra forma: el truco del amante arrepentido es absurdamente efectivo.
Clase 5: Escribiendo también se renuncia
En un escenario de guarimbas fantasmales, de escasez y reconcomios, de sobreprecios y locuras, las dispersiones son enormes y la gallardía es casi un espectáculo. Todo abandono interesa. Todo desprendimiento es noticia. Pero no por ahora. En Venezuela las renuncias son falsas transferencias de poder, despedidas aparentes, gestos débiles de separación. Aquí no hay cambios, sino intercambios.
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Adenda (o tarea para la casa)
Hace días, después de ver The fifth State (la película sobre Julian Assange), me dio por revisar algunos expedientes publicados en el portal de Wikileaks. Aunque la fiebre universal y todo aquel escándalo tuvo su tiempo, no aguanté la tentación de escribir “Chávez” en el buscador. Entre tantos documentos, me topé con un manuscrito casi ilegible del año 2002, con tachaduras y letras montadas, pero con un inquietante aire de autenticidad. Me quedé con dos lecciones:
1) Al principio solo era el verbo.
2) El papel aguanta todo.
@zakariaszafra
