Un disparo de escopeta le destrozó la cara

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A Orlando Antonio Colmenárez Barrios (25), alias La Yegua, le quitaron la vida en el sector 4 de La Batalla, al oeste de la ciudad. Al joven le destrozaron la cara producto de un disparo de escopeta, además le partieron los dientes y fue arrastrado por sus victimarios por una quebrada.

Arrastrado y sin documentos

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A las 3:30 de la madrugada de ayer se escuchó una fuerte detonación, parecía una explosión de una bombona que estremeció todo el sector 4 de La Batalla. Uno de los residentes de la invasión Semilla de Dios, que está a un lado de la quebrada, se levantó y con mucho cuidado se asomó para saber qué lo despertó. Seguida de esa primera detonación, se escucharon seis más, y así observó cómo cuatro jóvenes arrastraban un bulto, el cual bajaron por la quebrada y lo dejaron en plena vía. Al ver que se trataba de una persona a la que traían, el hombre prefirió acostarse y no ser testigo de aquello que ocurría.

En la oscuridad no distinguió quiénes eran los delincuentes y para él fue lo mejor, porque el simple hecho de saber lo sucedido ponía su vida en peligro.

Al cabo de un rato, la calma y el silencio se apoderó del lugar. Fue a las 5 de la madrugada cuando algunas personas que salían a trabajar se toparon con el cadáver de un joven y de forma inmediata lo reportaron a las autoridades.

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Funcionarios de Polilara fueron los primeros en llegar al sitio y posteriormente la zona se fue llenando de curiosos quienes se asomaban para ver si conocían a la víctima.

El cuerpo del joven, quien para el momento del hallazgo se encontraba boca arriba con sus piernas cruzadas, sus brazos extendidos llenos de sangre, al igual que su estómago, su espalda toda raspada y sobre un charco de sangre; no poseía documentación alguna. El muchacho no tenía camisa, solo el pantalón y los zapatos deportivos.

Su cara la tenía destrozada, le faltaba el ojo izquierdo, así como parte de su dentadura y de la región maxilar. Se presume que le dispararon con una escopeta, por el tamaño de las heridas que presentó la víctima.

En el piso, en plena tierra, se podían apreciar algunas huellas que indicaban que había sido arrastrado, además de un camino de rastros de sangre que quedó por toda la quebrada, tal cual observaron los testigos.

En las viviendas que están al otro lado, donde la víctima fue encontrada, había partes de su dentadura, prueba de que lo atacaron en otra zona.
Creen que cuando su cuerpo fue abandonado, estaba sin signos vitales.

La madre se lo advirtió

Entre los curiosos que llegaron al lugar, hubo un joven que indicó que le parecía conocido, creía que se trataba de un residente del barrio Bolívar a quien todos conocían como La Yegua. Él se trasladó hacia la otra barriada y buscó a una persona que pudiese certificar su identidad y una vez seguros le avisaron a la madre.

La señora venía en una moto, vestida en pijama. Mientras se acercaba al lugar donde estaba la víctima, se ponía las manos en la cabeza y al bajarse rompió en llanto, tras certificar lo peor. Era su hijo a quien asesinaron.

Juana Barrios se abalanzó sobre el cuerpo de su hijo, lo sobaba y maldecia a quienes le habían hecho tal daño; a su vez expresaba que ella lo cuidaba mucho y que se lo había advertido que no saliera, pero que él no había hecho caso.

“Ay Dios mío, me mataron a mi muchachito. Qué hago yo sin mi muchacho, mi viejito”, gritaba la madre de la víctima. A un lado se encontraba su primo hermano, quien se sobaba la cabeza mientras lloraba y consolaba a su tía.

 

La señora Juana Barrios expresó que la víctima era el segundo de siete hermanos, trabajaba como caletero, se la pasaba viajando y era el que más compartía con ella, por eso lo consentía mucho y lo cuidaba. Confesó que su muchacho tenía problemas con consumo de droga, pero aseguraba que no se metía con nadie.

Juana Barrios, al igual que su primo, contaron que cuando Orlando tomaba bebidas alcohólicas, se ponía un poco necio y en ocasiones comenzaba a caminar sin rumbo.

A las 2 de la tarde del domingo, Orlando salió de su casa y regresó, se puso a tomar hasta que se “emborrachó”. A la medianoche su madre lo dejó viendo películas y le dijo que no saliera, ella se acostó creyendo que se dormiría. Pero, a las 2 de la mañana llegaron a la morada para avisar que Orlando estaba en la calle caminando, por lo que el primo salió a buscarlo y lo devolvió al hogar y pensando que no saldría más se acostó, pues debía trabajar temprano.

En horas de la mañana se percataron que Orlando no estaba, pero jamás pensaron que lo encontrarían sin vida. Juana Barrios cree que su hijo salió porque estaba muy tomado y fue allí cuando llegó a La Batalla y por ser un sector prohibido para los residentes del barrio Bolívar, lo asesinaron.

La Yegua, como era conocida la víctima fatal, presenta un antecedente por droga y falsa atestación ante funcionario público y usurpación de identidad de marzo del 2013.

Funcionarios del Eje Contra Homicidios del Cicpc, hicieron el levantamiento del cuerpo e iniciaron las averiguaciones del caso, que por la forma como se dieron los hechos manejan una venganza, aunque no descartan otras hipótesis.

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