El legado de Casta J. Riera se mantiene vigente

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Son muchas las ideas que la señorita Casta Joaquina Riera dejó como legado a esta ciudad crepuscular. Su vida estuvo dedicada a la cultura y la educación, pero también al resguardo del bienestar de la familia y de la ciudadanía, principios fundamentales que supo defender con autoridad y respeto.

“Todo cuanto hizo lo realizó sin ayuda de nadie, sacrificando su propio peculio y su propia comodidad, y lo hacía con extraordinaria generosidad, sin caer en discriminaciones ideológicas. De nada valieron contra ella ni la incomprensión, ni las mezquindades humanas; poco a poco fue imponiéndose en un medio para ese entonces sumamente difícil. Y se dedicó con fe y voluntad a despertar conciencias, a fortalecer voluntades y a sembrar en la gente joven el deber de ser útiles a la comunidad, a luchar por un noble ideal y a darse con amor a la obra que nos hace dignos para justificar nuestra presencia en la tierra.

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Fue dulce y tierna con los niños, respetuosa con los ancianos, amiga y compañera leal con sus amigos, generosa con todos, realizó su obra cultural en silencio, jamás se le oyó una crítica, menos una ofensa”, así se describe parte de su vida y obra en una bibliografía publicada por el Ateneo Casta J. Riera de Churuguara, estado Falcón, a propósito de su aniversario número 20.

El texto, facilitado por su sobrina Casta Arocha, a propósito de los 40 años de la desaparición física de esta insigne ciudadana a quien el diario EL IMPULSO rinde homenaje.

“Fue mi tía-abuela y un gran ejemplo tanto para mí, como para quienes pasaron por sus nobles manos. Su capacidad de compromiso hacia los ciudadanos y el bienestar familiar, fue indiscutible”, expresa Arocha.
En esta época, cuando se evidencia un notable deterioro institucional en el país y se vive una crisis generalizada, cobra vigencia uno de sus pensamientos más transcendentes en el que sostenía “no amilanarse ante los sacrificios o las adversidades es, en gran parte, la ciencia del triunfo”.

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La casa familiar de Casta J. Riera, ubicada cerca de la Iglesia La Paz, fue por muchos años un centro cultural y universal al que muchos ciudadanos de su época acudían en busca de un consejo, de apoyo, asesoría o simplemente para disfrutar de la deliciosa cena en familia que cada día se servía para todos lo que estuviesen en el hogar.

“Siempre recuerdo las reuniones de las tardes bajo el cují de su casa… mi tía abuela se dedicaba a pensar y nosotros, los pequeños a jugar”.

Arocha recuerda que su tía abuela se autoproclamaba “la secretaria del pueblo”, pues con firmeza y autoridad enviaba cartas a las instituciones que mostraban fallas y, siempre, recibía respuestas gracias a su respetado liderazgo.

“Fue defensora del pueblo y su obra es larga y extensa, al punto de que se requiere de mucho tiempo para analizar la complejidad de su legado en cada ámbito en el que se desenvolvió”, apunta Arocha.

Mujer autodidacta

Casta J. Riera nació el 1° de julio de 1910 en Churuguara, hija de Salón Riera y Joaquina Camacho, quien falleció al dar a luz, por ello fue Emiliana Castellanos su madre adoptiva. Sus maestros fueron Dorotea Esser, Don Sinforiano Mosquera Suárez, José Alvarado y el profesor Pérez Bermúdez.

Culminó sus clases en la Escuela Primaria y debido a su entereza, vocación y espíritu de superación realizó otros estudios. Ingresó a la Escuela de Comercio de Barquisimeto, dirigida por Mosquera Suárez. Más tarde cursó estudios en la Escuela del Estado y luego con el profesor Pérez Bermúdez, taquígrafo de la Cámara del Senado, obtuvo en Caracas el título de Taquigrafía.

Durante 37 años se dedicó a la cultura y la educación en el estado Lara. En 1940 fundó las Escuelas Populares de Primaria para Trabajadores, de carácter gratuito, de las cuales la primera funcionó durante 24 años. Así como cuatro bibliotecas públicas.

Ese mismo año fundó la revista Alas que circuló hasta 1945 y llegó a adquirir tal prestigio que en 1942 obtuvo el Premio Internacional Santiago Álvarez otorgado por la Biblioteca Pública de Matanza, Cuba.
Tres años más tarde inauguró la Biblioteca Infantil de Lara, primera de su género en la región.

Fundó numerosas instituciones, entre ellas la Asociación Venezolana de Periodistas, seccional Lara, y el Instituto Mosquera Suárez, el 1° de julio de 1937.

Casta J. Riera llegó muy joven a Barquisimeto y aquí permaneció hasta el último día de su vida: el 26 de octubre de 1974, el mismo año en el cual se vio obligada a cerrar las puertas de su amado Instituto Mosquera Suárez, donde se impartía enseñanza comercial a jóvenes y adultos, por motivos económicos y jurídicos.

Activación de la Orden en su honor

Hace diez años en el Consejo Legislativo del estado Lara, presidido por el recordado diputado Héctor Alzaúl Planchart, fue aprobada la Ley sobre la Condecoración Honor al Mérito Casta J. Riera, como reconocimiento a personalidades culturales o intelectuales de la región.

A la fecha la condecoración no ha sido conferida a ninguna personalidad y fue el año pasado cuando quienes integran el CLEL designaron a los diputados integrantes del Consejo de la Orden, establecido en el artículo 8 de la ley.

Casta Arocha pide a los diputados que realicen las gestiones pertinentes para reactivar ese consejo, integrado por los diputados Luis Jonás Reyes, Luis Contreras, Raimundo Vale y la abogada Celenny Peña, a fin de que se active su conferimiento en la región.

 

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