#Revista Gala Camino de Santiago de Compostela: Peregrinación, fe y promesas

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Existen varias  maneras de expresar nuestra fe y en esta época de Semana Santa es lo que más se siente de aquellos que son creyentes. En Europa muchísimas personas realizan el Camino de Santiago de Compostela, una ruta que sale de diferentes ciudades y puntos donde hombres y mujeres parten a una peregrinación llena de fe

Santiago de Zebedeo conocido en la tradición cristiana como Santiago el Mayor, fue uno de los apóstoles de Jesús de Nazaret. El descubrimiento de su tumba supuso para el Rey de Asturias una serie de beneficios: la aglutinación de sus territorios como uno solo bajo la protección del Apóstol y la cristianización de la antigua “Vía de Fenisterre”. Este camino pre cristiano se convierte así en el “Camino de Santiago”.

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Esta peregrinación fue el acontecer religioso y cultural más destacado y profundamente vivido en la Edad Media, tanto así que el Parlamento Europeo lo declaró Primer Itinerario Cultural Europeo, mientras que la UNESCO lo llamó Patrimonio de la Humanidad.

Cada vez que algún peregrino inicia el recorrido bien sea a pie, en bicicleta o a caballo, vuelve a iniciarse profundamente sus ganas de descubrimiento. Así como las rutas que llevan a la ciudad de Compostela son muchas, bastantes son las vías para hallarse uno mismo. Esto dice experimentar todo aquel que ha realizado el recorrido con una única meta, La Catedral de Santiago de Compostela, Capital de la comunidad autónoma de Galicia.

Caminante, caminante…

Hay muchas rutas para llegar hasta la Catedral de Santiago de Compostela, entre las que destacan el Camino Portugués, Francés, Aragonés, Inglés, la Vía de Plata y Finisterre, todos lugares donde millones y millones de peregrinos salen a los caminos con una clara motivación.

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Estas rutas son recorridas con gran devoción y fe, una tradición para aquellos amantes de los viajes y las excursiones que se ha convertido en el mayor anhelo de millones de personas de todas partes del mundo.

La ruta comienza cuando ves la primera Vieira (concha) que va indicándoles a los peregrinos el camino a seguir y durante las distintas paradas en los pueblos se encuentran diferentes albergues: solo hay uno público en cada puesto; en ellos se aloja a los peregrinos que andan solos o en grupos reducidos frente a los grandes grupos de personas, y la prioridad de acceso es primeramente a los discapacitados, seguidos de peatones, caballos, bicicletas y por último con algún tipo de furgoneta. Todos en la Red de Albergues tienen una misma tarifa. También están los lugares privados que son administrados por particulares o asociaciones laicas o religiosas que normalmente no tienen afán de lucro.

En estos lugares, le ofrecen al caminante, comida y un lugar para dormir, aparte de la posibilidad de compartir amenamente con otros peregrinos de la ruta.

La Vieira      

Hace muchos años, “La Vieira” que se encuentra típicamente en la costa del mar de Galicia, es el símbolo del Camino de Santiago y todos los caminantes portan una al comienzo de la ruta. Antiguamente todos los peregrinos regresaban de sus viajes con ella colgando de su hábito o en el sombrero, para demostrar que habían llegado a Santiago.

Los textos antiguos franceses citan con regularidad a la “concha” como símbolo de peregrinaciones en general, a la vez que la vieira poco a poco se va asociando a monumentos y lugares dedicados a Santiago.

Credencial de peregrinación

Durante la peregrinación el caminante debe ir rellenando su credencial, que no es más que una libreta de papel que se puede obtener en algunos albergues e iglesias. Su finalidad es llenarla de sellos un par de veces al día para que el peregrino consiga la acreditación necesaria para alojarse en otros albergues. Suele ser costumbre entregar un donativo al obtenerla y en caso de no poder tenerla, los sellos en una simple hoja de papel también son valederos.

 Gratificante  culminación

Luego de finalizada la travesía, todos los peregrinos visitan la hermosa y monumental Catedral de Santiago para colocar su mano, de forma tradicional, en una de las columnas llamada El Pórtico de la Gloria. Esta columna tiene unos agujeros que asemejan las huellas de unas manos, lo cual se dice que son las marcas de los peregrinos que durante siglos fueron apoyándolas ahí mientras hacían la ofrenda.

También reciben un certificado llamado Compostela expedido por las autoridades eclesiásticas y es entregado a los peregrinos cuando culminan el recorrido. Para obtenerla necesitan haber trascurrido como mínimo los últimos 100 kilómetros a pie o a caballo y 200km si va en bicicleta. Los que llegan a Santiago de Compostela deben mostrar su credencial para indicar que ha andado y se ha hospedado en los lugares que muestra.

Es así como a lo largo de los siglos se desarrollaron varios ritos de purificación. Antes de partir de regreso los peregrinos se bañaban en la playa da Langosteira quitando el polvo de toda su ruta y comenzando una nueva vida redimida de pecado. Quemaban sus ropas, desasiéndose de todo lo material y con el fuego intentan quemar todo aquello de lo que se quieren deshacer y que no le beneficiará para comenzar de nuevo. Y culminaban viendo la hermosa puesta de sol, simbolizando la muerte y resurrección, la muerte del sol en el mar y la resurrección del otro día como la del alma del peregrino indultado por Dios.

 

 

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