Crisis y nuevos escenarios electorales

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El reciente estudio que realizó el Centro de Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello, en el marco del proyecto de Integridad Electoral, denominado Percepciones ciudadanas del sistema electoral venezolano, arroja luces importantes sobre el momento político que vivimos.

Mucho se ha escrito sobre la crisis y sus escenarios a corto y a mediano plazo; pero sin lugar a dudas este estudio apunta hacia varias conclusiones importantes.

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En las próximas líneas trataremos de analizar algunas. En primer lugar, uno de los aspectos más resaltantes es el desencanto del venezolano con el chavismo. Podemos afirmar que este proceso comenzó en 2007 con el triunfo del “No” al proyecto de reforma constitucional propuesta por el presidente Chávez.

Actualmente y apenas a dos años de su muerte, el estudio grafica una realidad insoslayable: El presidente Nicolás Maduro ha dilapidado el inmenso capital político heredado de Hugo Chávez y convertido al chavismo en una minoría.

De acuerdo con el mencionado estudio, apenas el 15,5% de los electores votará por el PSUV en las parlamentarias.

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El deslave del chavismo como opción política ha afectado la confianza ciudadana en las instituciones. Uno de los casos más dramáticos de este cuadro es el Consejo Nacional Electoral: 50% de los venezolanos afirma no confiar nada en el organismo y quienes confían poco se ubican en 14%. Si se compara con el año 2013, el porcentaje de personas que no confía nada ha aumentado casi 30%. Esto lógicamente nos conduce a pensar que, luego de la controvertida elección presidencial de 2013, la credibilidad de la institución quedó seriamente comprometida.

En contrapartida, los únicos sectores que son bien evaluados por los venezolanos son los estudiantes, las universidades y la empresa privada. No es casualidad que el denominador común de estos tres actores reside en los inmisericordes ataques que han recibido por parte del gobierno.

Es necesario destacar que el rechazo al entramado institucional del Estado no proviene solo del sector opositor. También una parte importante de los encuestados que dicen simpatizar con el oficialismo evalúan negativamente a los entes públicos. Esto desvela un fenómeno hasta ahora inédito: la despolarización. Y es que el 55% del país no se identifica con los bloques existentes.

Esta despolarización constituye un indicador de que los ciudadanos nos estamos acercando a entender la terrible realidad, más allá de los discursos ideológicos excluyentes.

En términos de identidades políticas, estamos experimentando un lento pero sostenido proceso de cambio. Esta situación es similar a la vivida a fines del siglo pasado, cuando el desencanto por los partidos tradicionales abrió las puertas del sistema político a Hugo Chávez, quien monopolizó la política venezolana hasta su muerte en 2012. Ahora bien, lo peligroso de la situación presente es que el estudio refleja la gran desesperanza que invade al venezolano, y que se refleja en su valoración negativa del futuro: 7 de cada 10 ciudadanos considera que la situación económica del país empeorará en los próximos meses, y 9 de cada 10 ciudadanos considera que el país está estancado o en retroceso.

En definitiva, según el Centro de Estudios Políticos de la UCAB, la situación se resume en tres palabras estremecedoras: Despolarización, desesperanza y desencanto. Este diagnóstico nos debería llevar a conclusión de que los venezolanos están decepcionados de los políticos y de la política.

Todo lo contrario: Los encuestados, a pesar de la valoración negativa que tienen del árbitro electoral afirman que vale la pena votar, y señalan “que si llegamos aquí con el voto saldremos de aquí con el voto”. Los números apuntan a que el venezolano está consciente de que la violencia no es la vía para solventar la crisis, lo cual contradice la opinión de no pocos analistas que consideran inminente una explosión social.

Sin duda, los resultados de esta encuesta son auspiciosos: Reconocer el valor del voto, aún desconfiando de la autoridad electoral, es un indicador importante en la hoja de ruta para la reconstrucción del sistema democrático.

Ahora bien, ¿Qué hacer ante este panorama? Lo más resaltante consiste en construir un clima de confianza, asegurar la equidad en las campañas electorales, en las que todos los candidatos tengan oportunidades de acceso a medios y financiamiento, y no menos importante, permitir observación internacional, que pueda hacer seguimiento a los procesos electorales.

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