Chilenos de Ciudad Guayana: El retorno a un país que ya no sienten suyo #16Mar

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Venezuela fue uno de los destinos de acogida para chilenos durante la dictadura del general Augusto Pinochet (1973-1990). Durante el boom petrolero de 1950 a 1980, el país recibió a muchos extranjeros que migraban atraídos por el incremento de la oferta laboral debido a la industrialización.

Gabriel Parra, antiguo trabajador de Ferrominera Orinoco con una trayectoria de 34 años, emigró desde Chile a Venezuela en el año 1979. “Me dieron un trato regular, como a cualquier inmigrante, pero al estabilizarme laboralmente fue mejorando y recibí muchas oportunidades”, relató.

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Llegó al territorio venezolano con una visa de transeúnte laboral, esta es solicitada por los migrantes que desean trabajar u obtener remuneración económica en el país. La validez de este documento es de tres meses y puede renovarse por varios años.

Parra logró entrar en la nómina de Ferrominera Orinoco, una de las empresas pertenecientes a la Corporación Venezolana de Guayana. “No he decidido regresar, pero mis hijos sí están en Chile, son ellos quienes me ayudan económicamente, ya que mi jubilación no me alcanza para vivir”, adujo.

El recién electo Gabriel Boric hizo su primera alocución el 14 de marzo desde La Moneda. El mandatario tocó temas de interés, como el conflicto geopolítico que sostiene la nación con Bolivia, las elecciones de Colombia y la crisis migratoria venezolana

Según la Encuesta de Caracterización Económica Nacional (Casen), elaborada por el Gobierno chileno, para 2020 había casi medio millón de venezolanos viviendo en Chile (490 mil), representando el 41% de la población migrante de ese país, seguida por Perú que comprende el 15%.

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Boric hizo un llamado a la solidaridad regional, enfatizando que una crisis migratoria de 6 millones de personas no puede recaer en un solo país o grupo de países. En consecuencia, propone emular el sistema de cuotas europeo que se puso en marcha tras el éxodo originado por la guerra en Siria.

Durante el 2021 se registraron casos de xenofobia en Iquique, ciudad chilena ubicada en la frontera con Bolivia que sirve de paso para los migrantes irregulares. Ciudadanos llevaron a cabo una manifestación contra la migración ilegal que culminó con la quema de carpas y pertenencias de un grupo de venezolanos que acampaban desde hacía meses en un parque de la localidad.

Asimismo, en el 2017, bajo el mandato de Michelle Bachelet, el Gobierno chileno excavó una zanja de 3 metros de profundidad en la frontera con Bolivia para evitar la fuga de vehículos robados hacia el territorio boliviano. Sin embargo, este propósito ha sido desplazado y actualmente tiene la finalidad de impedir el paso de migrantes ilegales hacia Iquique.

Llegada a la Venezuela saudita 

El padre de Daniela Escalona, jubilado de la antigua Electrificación del Caroní (Edelca) ahora Corpoelec, es un chileno radicado en Venezuela desde hace más de 40 años. Los abuelos de Escalona vinieron a Venezuela en 1977, unos años después del golpe de Estado de Pinochet a Salvador Allende. Este último primer presidente de izquierda escogido democráticamente a nivel mundial, quien provocaría una de las crisis económicas más profundas en el país y sería derrocado en 1973 dando lugar a una dictadura de corte neoliberal.

En 1974 iniciaba el primer período presidencial de Carlos Andrés Pérez, conocido como la “Venezuela Saudita” debido a las subidas en los precios del barril de petróleo que propiciaron un tiempo de bonanza económica.

El padre de Daniela, Héctor Escalona, tenía 10 años cuando llegaron al oriente venezolano, años más tarde, él y sus hermanos se radicaron en Ciudad Guayana para cursar sus estudios universitarios. Héctor egresó de la Universidad Nacional Experimental Politécnica Antonio José de Sucre como ingeniero electricista. Todos sus hermanos estudiaron ingeniería motivados por el potencial empresarial de la urbe.

Me faltaban dos semestres para terminar, ya lo hice y ahora estoy buscando formas de irme con mi mamá. Mi papá se fue para establecerse y esperarnos allá. Sus últimos años en el país fueron agobiantes porque no teníamos dinero. Mi papá tenía que viajar a Brasil para conseguir comida”

Daniela manifiesta que su padre trabajó durante 25 años como gerente de Edelca. “Regresó a Chile en el 2018 por la falta de salarios dignos, buscando recuperar la estabilidad económica de nuestra familia. A partir del 2015, la cantidad de venezolanos migrantes es masiva”, expresó.

Una de las consecuencias de la diáspora venezolana es la fuga de cerebros, es decir, la pérdida de talento humano formado a través de instituciones pagadas por el Estado y que emigran debido a la falta de oferta laboral y la precarización salarial (en Venezuela se necesitan 9 salarios mínimos y medio para costear la canasta alimentaria según el Observatorio Venezolano de Finanzas).

Escalona asegura que su padre pasó varios meses desempleado cuando regresó a su país. Consiguió trabajo después de un tiempo como ingeniero en una empresa española. “Le va muy bien, pero es una cultura diferente. Los venezolanos somos más abiertos. Mi papá tenía su vida aquí. El choque cultural es brusco. Pero la situación en Venezuela era insostenible”.

La Encuesta de Caracterización Económica Nacional también determinó que los venezolanos tienen en promedio 3 años más de escolaridad frente a los 12 años de los chilenos. En consecuencia, los migrantes pueden optar por mejores salarios. Además, el estudio arrojó que la mayoría no supera los 30 años, es decir, personas en edad productiva y cuya educación no le costó nada al régimen de ese país.

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