En un pasaje del Evangelio de San Juan (13, 31-33a. 34-35), Jesús comparte con sus discípulos palabras de profunda trascendencia tras la partida de Judas Iscariote.
El texto revela la inminente glorificación de Jesús y, a través de él, la de Dios. En este contexto solemne, Jesús entrega un «mandamiento nuevo» que se erige como la piedra angular de la vida cristiana: «que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros.»
El Padre Anderson Casanova, en su reflexión sobre este pasaje, destaca la novedad y la exigencia de este mandamiento. No se trata simplemente de un llamado general a la bondad, sino de un amor específico que tiene como modelo el amor incondicional y sacrificial de Jesús hacia sus discípulos.
Este amor fraterno se convierte, según las palabras del propio Jesús, en la señal inequívoca para que el mundo reconozca a sus seguidores: «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”.
«La profundidad de este mandamiento radica en su capacidad de trascender las diferencias y construir una comunidad unida por el amor“, enfatiza el padre Casanova, quien enfatiza que este amor activo y concreto es el testimonio más poderoso de la presencia de Cristo en la vida de los creyentes.
Este pasaje evangélico invita a una reflexión profunda sobre la manera en que los cristianos viven y practican el amor en sus comunidades y en el mundo, recordando que este amor es el distintivo esencial de su fe.