“Para recibir algo nuevo, primero debemos dejar ir lo que ya no nos aporta alegría”, Marie Kondo, experta en orden y autora de La magia del orden. Aunque ella se refiere al entorno físico, el principio aplica de manera profunda al mundo emocional y profesional del emprendedor.
El camino del emprendedor no solo requiere planificación, acción y visión, sino también espacio: espacio mental, emocional y práctico para que lo nuevo pueda llegar. En muchas ocasiones, los emprendedores están tan ocupados manteniendo lo existente —rutinas, hábitos, compromisos, estructuras mentales— que no hay margen para incorporar ideas frescas, alianzas estratégicas o proyectos transformadores.
En este proceso, la figura del coach se vuelve clave. Un buen coach no solo guía en la definición de objetivos y el diseño de estrategias, sino que también ayuda al emprendedor a liberar espacio en su vida y mente para lo que realmente desea construir.
El emprendimiento moderno exige adaptación constante. Las oportunidades llegan con rapidez, pero si el emprendedor está saturado de tareas o creencias que ya no le sirven, no podrá reconocerlas ni aprovecharlas. Abrir espacio no significa simplemente “hacer tiempo”, sino soltar lo viejo: proyectos que ya no funcionan, hábitos mentales limitantes, relaciones desgastadas o formas rígidas de pensar.
El coach cumple una función esencial: cuestionar lo que el emprendedor da por hecho. A través de preguntas poderosas y conversaciones enfocadas, ayuda a identificar qué ocupa innecesariamente espacio mental o emocional. Esto puede ser desde una autoexigencia mal canalizada, hasta un modelo de negocio que ya no resuena con la visión actual del emprendedor.
Peter Drucker, pionero en la gestión moderna, decía: “No hay nada tan inútil como hacer con gran eficiencia algo que no debería haberse hecho en absoluto.” El coach ayuda precisamente a detectar esas áreas que solo consumen energía y no generan verdadero valor.
Cuando el emprendedor suelta lo que ya no le sirve, no solo gana energía: también comienza a visualizar nuevas posibilidades. El coach lo acompaña a proyectar una visión más expansiva, a elevar sus estándares y a permitirse desear más.
Deepak Chopra, referente en desarrollo personal, señala: “En el vacío reside el potencial puro. No temas soltar. El espacio que queda puede llenarse de milagros.” Este tipo de vacío creativo es exactamente lo que el coaching busca facilitar: no se trata de quedarse sin nada, sino de dejar lugar para lo que está por venir.
A veces, soltar lo viejo implica tomar decisiones difíciles. Renunciar a ciertos clientes, delegar tareas, cambiar de entorno o abandonar creencias limitantes puede generar incomodidad. Aquí es donde el coach ofrece contención, estructura y apoyo emocional, ayudando al emprendedor a atravesar ese proceso con conciencia y propósito.
Marshall Goldsmith, reconocido coach ejecutivo, lo resume con precisión: “Lo que te trajo aquí no te llevará allí.” Para avanzar, muchas veces es necesario dejar atrás lo que antes fue útil, pero que ahora limita.
Definitivamente, un coach efectivo guía al emprendedor no solo a alcanzar metas, sino a transformarse internamente para recibir lo nuevo con claridad, energía y entusiasmo. En un mundo saturado de actividad y ruido, encontrar espacio para lo nuevo se convierte en una estrategia fundamental para el éxito. El emprendimiento no se trata solo de hacer más, sino de hacer lo que verdaderamente importa. Y a veces, lo más importante es tener el coraje de soltar para que lo nuevo pueda entrar.
Continuará…
Italo Olivo
www.iolivo.com