No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso, continuar el viaje, perseguir tus sueños, destrabar el tiempo, correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se esconda y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida vida en tus sueños, porque la vida es tuya y tuyo también el deseo, porque lo has querido y porque te quiero.
Porque existe el vino y el amor, es cierto, porque no hay heridas que no cure el tiempo, abrir las puertas quitar los cerrojos, abandonar las murallas que te protegieron.
Vivir la vida y aceptar el reto, recuperar la risa, ensayar el canto, bajar la guardia y extender las manos, desplegar las alas e intentar de nuevo, celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas por favor no cedas, aunque el frío queme, aunque el miedo muerda, aunque el sol se ponga y se calle el viento, aún hay fuego en tu alma, aún hay vida en tus sueños, porque cada día es un comienzo, porque ésta es la hora y el mejor momento, porque no estás sola, porque yo te quiero— . Mario Benedetti
En la vida, no siempre es quien más sufre quien recibe las mayores recompensas, pero se dice que Dios tiene reservadas miles de bendiciones para aquellos que oran, creen y perseveran.
«¡Vamos, Señor, enfréntate a ellos! ¡Derrótalos con tu espada y rescátame de los malvados!» Salmos 17:13
A través de las experiencias y desafíos que enfrentamos, podemos encontrar aprendizajes, fortalezas y oportunidades que nos llevan a un mejor destino.
Es en la fe, la esperanza y la determinación que se encuentran las verdaderas recompensas que la vida nos tiene preparadas.
En la travesía de la vida, a menudo las sorpresas que recibimos pueden percibirse como recompensas por lo que hemos perdido o por el sufrimiento que hemos enfrentado.
A pesar de los desafíos y obstáculos que se presentan, el tiempo y la vida misma tienen una forma curiosa de equilibrar las cargas.
Las pruebas que parecen injustas o los momentos de angustia pueden abrir paso a oportunidades inesperadas y regalos inimaginables.
Así, tras la oscuridad, puede asomar la luz de una recompensa inesperada que nos enseña que la vida puede sorprendernos de maneras que jamás hubiéramos imaginado.
Experimentar la satisfacción al ver la luz al final del túnel es como recibir una recompensa de Dios por haber sabido esperar con paciencia y fe a pesar del dolor que se atravesó en el camino.
En esos momentos de incertidumbre y desafíos, mantener la esperanza y perseverar con valentía puede resultar en una sensación de alivio y gratificación al final del camino.
Es como si Dios, en su sabiduría, guiara nuestros pasos a través de la oscuridad para mostrarnos que después de la tormenta, siempre llega la calma y la recompensa por nuestra determinación y fe inquebrantable.
Natividad Castillo P. (Natty)
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