La propuesta suena más a un guión de película de ciencia ficción que a un plan científico. Sin embargo, un audaz plan del físico teórico Cosimo Bambi ha puesto a la comunidad científica a debatir: ¿podríamos, en un futuro no tan lejano, enviar una sonda a explorar el agujero negro más cercano?
Publicada en la revista Science, la idea desafía los límites de la física y la tecnología tal como las conocemos. El objetivo no es solo satisfacer la curiosidad, sino poner a prueba las teorías de Albert Einstein en las condiciones más extremas del universo.
El plan, fase por fase
El ambicioso proyecto de Bambi está dividido en tres etapas que, según él, podrían hacerse realidad en las próximas décadas:
- Encontrar un objetivo viable: El mayor obstáculo inicial es encontrar un agujero negro a una distancia alcanzable, entre 20 y 25 años luz de la Tierra. El más cercano que conocemos actualmente está a 1.560 años luz, por lo que la misión depende del hallazgo de uno nuevo.
- El viaje: Una vez localizado, se lanzarían nanosondas, diminutas naves de apenas unos gramos, propulsadas por potentes rayos láser. Viajarían a un tercio de la velocidad de la luz, pero el trayecto duraría entre 60 y 75 años. La información que recolecten tardaría otros 25 años en llegar a la Tierra.
- La investigación: En el destino, las mini naves comenzarían la investigación. Una de ellas se mantendría a distancia, mientras que la otra orbitaría el agujero negro, enviando señales constantes. Las alteraciones en estas señales serían la clave para verificar si las predicciones de la teoría de la relatividad sobre el espacio-tiempo se cumplen en este entorno extremo.
¿Ciencia ficción o un futuro realista?
La propuesta de Bambi ha sido recibida con una buena dosis de escepticismo. Muchos científicos la consideran “especulativa” y más una fantasía que un plan concreto.
Sin embargo, el físico defiende su idea. Para él, este proyecto es un catalizador, un desafío que podría empujar los límites de la ciencia y la tecnología. No es solo un viaje a un agujero negro, sino una misión para confirmar si los cimientos de la física moderna son tan sólidos como creemos. Es, en esencia, un viaje a los límites de nuestro conocimiento.