En medio de la vasta geografía oriental de Venezuela se encuentra un lugar que sorprende por su singularidad y magnitud: el Lago de Asfalto de Guanoco, considerado el depósito natural de asfalto más grande del planeta.
Con una extensión aproximada de 4 kilómetros de largo por 2,5 kilómetros de ancho, y profundidades que alcanzan los 75 metros, este gigantesco yacimiento es el más extenso en superficie, ocupa un lugar destacado como el segundo más grande por volumen, detrás del Pitch Lake de Trinidad y Tobago.
Aunque es el más extenso en superficie, con 420–445 hectáreas, cuenta con menor volumen y profundidad (entre 1,5 y 2 m). Se estima que contiene unos 75 millones de barriles de asfalto natural (equivalente a aproximadamente 10 millones de toneladas.



Un fenómeno natural único
El Lago de Guanoco se formó a partir de filtraciones de petróleo que, al ascender desde el subsuelo y entrar en contacto con bacterias y procesos de oxidación, dieron origen a una masa semisólida de asfalto. Su superficie negra y brillante parece sólida, pero en algunos puntos los visitantes pueden hundirse lentamente, lo que lo convierte en un ecosistema singular y a la vez frágil.
Además de su atractivo visual y su rareza geológica, el lago alberga microorganismos especializados en ambientes hidrocarburíferos, objeto de interés científico por su capacidad de sobrevivir en condiciones extremas. Este microcosmos lo posiciona como un laboratorio natural para la biología y la geología.
Explotación industrial y legado político
Durante finales del siglo XIX y principios del XX, se otorgaron concesiones para explotar comercialmente el lago. Desde 1885, la New York & Bermúdez Company extrajo asfalto que fue utilizado para pavimentar calles en Nueva York, Washington, Detroit, entre otras ciudades de América y Europa.
A través de disputas legales y políticas, el control pasó por varias manos, incluyendo la expropiación en la era de Cipriano Castro, posteriormente estabilizado bajo el régimen de Gómez. La extracción cesó en 1934, impulsada por la competencia del asfalto derivado del petróleo, lo que dejó el sitio prácticamente abandonado.
Valor ecológico y turístico
Hoy, el Lago de Guanoco se perfila más como un patrimonio natural y cultural que como un recurso extractivo. Sus alrededores, cubiertos de manglares y bosques tropicales, ofrecen un paisaje de gran valor ecológico donde conviven especies de fauna y flora propias del oriente venezolano.
Aunque aún es poco conocido como destino turístico, especialistas y defensores ambientales subrayan la importancia de impulsar su conservación y promoción. Reconocen en el Lago de Guanoco no solo un vestigio de la historia industrial del país, sino también un símbolo de la riqueza natural venezolana, comparable en rareza con el Relámpago del Catatumbo o el Salto Ángel.
Un patrimonio por proteger
La magnitud y características del Lago de Guanoco lo convierten en un sitio único en el mundo. Su preservación requiere políticas de protección que reconozcan tanto su valor geológico como su potencial científico y turístico.
Hoy, más allá de su valor económico, el Lago de Guanoco tiene gran importancia científica y ecológica: alberga microfauna especializada en ambientes hidrocarburíferos y representa una ventana natural a los procesos geológicos vinculados al petróleo.
En la actualidad, diversos sectores lo reivindican como patrimonio geológico y ambiental de Venezuela, un sitio que, al igual que el Salto Ángel o el Relámpago del Catatumbo, refleja la singularidad natural del país.