El empresario e inversor Alan Daitch, una figura destacada en el mundo de la tecnología y la divulgación de la inteligencia artificial, levantó la voz de alarma sobre la creciente sofisticación de los «deepfakes».
En una nota publicada en Unión Radio, Daitch subrayó la dificultad cada vez mayor para detectar estas falsificaciones digitales que, según sus palabras, «son indetectables» en muchos casos.
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¿Qué son los «Deepfakes»?
En la nota difundida, Daitch ofreció una definición sencilla y directa para un concepto que a menudo se percibe como complejo: un «deepfake» es una suplantación de la identidad de una persona mediante el uso de la inteligencia artificial.
Esta falsificación puede manifestarse a través de diversos formatos, como video, imagen o audio, y su principal objetivo es hacer que un individuo aparezca diciendo o haciendo algo que en realidad nunca ocurrió.
La rapidez con la que esta tecnología avanza es alarmante, con nuevas técnicas y herramientas que emergen constantemente.
El perfeccionamiento tecnológico
En la publicación señalan que Uno de los puntos clave es el nivel de realismo que han alcanzado estos contenidos. Daitch enfatizó que, si bien en el pasado los «deepfakes» eran más fáciles de identificar por imperfecciones en la imagen o el sonido, la tecnología evoluciona de tal manera que ahora muchos de ellos son indistinguibles de una grabación auténtica.
Este salto de calidad representa un desafío significativo para la seguridad digital, ya que complica la labor de diferenciar lo real de lo falso.
Un llamado a la acción
Ante este panorama, Daitch destacó la urgencia de desarrollar nuevas herramientas y la necesidad de aumentar la conciencia pública sobre este problema. Prevenir el fraude y combatir la desinformación se ha vuelto una prioridad.
Se requieren soluciones tecnológicas que puedan funcionar como «detectores» de «deepfakes» y, al mismo tiempo, es fundamental educar a la población para que sea más crítica con el contenido que consume y comparte en internet.
Su mensaje es claro: la tecnología avanza, y nuestra capacidad para protegernos de sus riesgos debe avanzar con ella.
Alejandra García / Pasante