La situación del caimán del Orinoco (Crocodylus intermedius) ha alcanzado un punto crítico. La especie, que puede superar los 5 metros de largo, enfrenta la constante amenaza de la caza furtiva. Los caimanes son cazados por su piel, utilizada en la industria de la moda, y por su carne, muy apreciada en algunas comunidades. A esto se suma el saqueo de sus huevos, lo que impide la reproducción natural de la especie.
Aunque el caimán del Orinoco fue declarado en peligro de extinción en 1996, su número actual es alarmante, según reportes de la Fundación Venezolana para la Conservación (FUDECI).
Cifras alarmantes y esfuerzos fallidos
Hoy, se estima que quedan menos de 100 caimanes del Orinoco en el mundo. Todos ellos se concentran en estado silvestre, principalmente en la cuenca del río Orinoco, un ecosistema compartido por Venezuela y Colombia. Pese a los esfuerzos de biólogos y organizaciones conservacionistas, el panorama es desolador.
Omar Hernández, director de FUDECI, declaró a Reuters que están haciendo todo lo posible por “rescatar esta especie”, mientras que Federico Pantin, director del Zoológico Leslie Pantin, expresó un sombrío pronóstico: “solo estamos retrasando la extinción del caimán del Orinoco”.
Un problema que afecta a más especies
El caso del caimán del Orinoco es solo una muestra de la crisis ambiental que enfrenta Venezuela. Otras especies de cocodrilos, como el caimán de la costa y el caimán de anteojos, también están en riesgo. De las 28 especies de cocodrilos que existen en el planeta, cinco habitan los ecosistemas venezolanos.
Este dramático escenario pone en relieve la urgente necesidad de reforzar los programas de conservación y combatir la explotación ilegal de la fauna para evitar que este depredador emblemático desaparezca para siempre de los ríos sudamericanos.