El Padre Anderson Casanova ha compartido una profunda reflexión sobre un significativo pasaje del Evangelio de Juan (10, 27-30), ofreciendo una perspectiva sobre la relación entre Jesús y sus seguidores, así como la promesa de vida eterna y seguridad divina.
En el centro de su meditación se encuentran las palabras de Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno«.
El Padre Casanova destaca cómo en este fragmento, Jesús se presenta a sí mismo como el Buen Pastor, una figura que establece una conexión íntima y personal con sus «ovejas«. Esta relación se basa en la escucha y el reconocimiento de la voz de Jesús por parte de sus seguidores, quienes a su vez responden con su fidelidad y seguimiento.
La promesa de Jesús de otorgar la vida eterna a sus seguidores subraya la trascendencia de esta relación. Además, la doble afirmación de que nadie puede arrebatar a las ovejas de su mano ni de la mano del Padre ofrece una poderosa imagen de seguridad y protección divina.
Finalmente, el Padre Casanova enfatiza la declaración de Jesús: «Yo y el Padre somos uno«. Esta afirmación central revela la unidad esencial entre Jesús y Dios Padre, fortaleciendo la promesa de seguridad y vida eterna ofrecida a quienes siguen al Buen Pastor.
La reflexión del Padre Anderson Casanova invita a los creyentes a meditar sobre su propia relación con Jesús, a escuchar atentamente su voz y a confiar en la seguridad que proviene de su amor y de su unidad con el Padre. Este pasaje evangélico se presenta como un mensaje de esperanza y fortaleza para quienes buscan guía y sentido en su fe.