En la última década, el salario mínimo en Venezuela ha sufrido una alarmante erosión de su valor, reflejando el deterioro del poder adquisitivo de los trabajadores. Un análisis de datos, basado en una publicación de Runrunes, revela cómo un salario que en 2013 equivalía a casi 67 dólares, hoy apenas llega los 1.30 dólares.
La trayectoria descendente, de acuerdo la nota difundida, comenzó a ser evidente a partir de 2014, cuando el salario mínimo se situó en aproximadamente 40 dólares. A pesar de los múltiples ajustes decretados entre 2013 y 2017, la inflación galopante impidió cualquier mejora real. Para 2017, el salario mínimo había caído a apenas 4.70 dólares.
El año 2018, marcado por la reconversión monetaria, no logró revertir la tendencia. Aunque el monto nominal ascendió a 30 bolívares soberanos, su equivalencia real era de apenas 6.19 dólares. La caída continuó en los años siguientes, alcanzando su punto más bajo en 2020, cuando el salario mínimo, junto con el cestaticket socialista, representaba menos de 2 dólares. Incluso en 2021, un incremento a 7.000.000 de bolívares se traducía en un valor aproximado de 2.48 dólares.
En la misiva señalan que el último ajuste al salario mínimo se produjo en marzo de 2022, fijándolo en 130 bolívares, lo que equivalía a unos 30 dólares en ese momento. Desde entonces, este monto se ha mantenido congelado, a pesar de la persistente inflación y el aumento del costo de la vida.
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En contraste con el estancamiento del salario mínimo, el pasado 30 de abril de 2025, la administración de Maduro anunció un ajuste en el ingreso mínimo integral de los trabajadores. Este ingreso, que no constituye salario y por ende no tiene impacto en beneficios laborales como las prestaciones sociales, se elevó a 160 dólares mensuales. Este monto resulta de la combinación de un «ingreso de guerra económica» de 120 dólares indexados y un bono de alimentación (cestaticket) de 40 dólares.