Más de treinta trabajadores del complejo refinador Paraguaná fueron detenidos por los cuerpos de inteligencia de la dictadura venezolana, un hecho que fue denunciado por los familiares de las víctimas y de lo que no hay una versión oficial.
Puesto en el contexto de lo que hemos aprendido en los últimos años, este hecho debería entenderse como parte de la estrategia del gobierno de silenciar con violencia los reclamos sindicales de los trabajadores de Petróleos de Venezuela, quienes han denunciado las precarias condiciones laborales, sus bajos salarios y la ausencia de equipos de seguridad en las instalaciones de PDVSA, una empresa que está acumulando, en los últimos años, un extenso obituario de accidentes laborales letales en sus instalaciones.
Las implicaciones de esta noticia (que valientemente publican unos pocos medios venezolanos) se extienden hacia las condiciones de vida a las que nos está llevando la dictadura. Nuestra industria petrolera, Petróleos de Venezuela, PDVSA, modelo mundial en la gestión minera hace algunos años, ha sido desmantelada por la revolución bolivariana desde tiempos de Chávez, bajo el alegato de poner bajo control una empresa pública acusada de tener demasiada autonomía administrativa y la necesidad de domesticarla para atender los «intereses del pueblo», argumentos que encubrían la necesidad de la revolución de poner bajo su control la principal fuente de ingresos desmantelando, en el proceso, las autonomías de las instituciones públicas venezolanas y sentando las bases de un gobierno de vocación totalitaria donde el Estado y el partido de gobierno se fusionasen para estar a la orden del caudillo en el poder.
Con el tiempo la estrategia cosechó sus temidos frutos. Décadas de aplicación de una política petrolera errática, demasiado generosa en sus alianzas internacionales, sin controles institucionales que facilitó la corrupción y con una nueva clase de directores y técnicos con escasas credenciales profesionales, destruyeron nuestra industria petrolera profundizando el quiebre de las finanzas venezolanas arrastradas, además, por estrategias macroeconómicas absurdas, improvisadas, sin controles institucionales y dependientes de modelos ideológicos inútiles que han llevado al fracaso a otras naciones en el mundo a lo largo de la historia. La tragedia humanitaria que vive el país nace mucho antes de las sanciones petroleras en contra de la industria petrolera aplicadas por Estados Unidos y la Unión Europea por el incumplimiento de los Acuerdos de Barbados por parte de Miraflores. La crisis, que ha empujado a la pobreza y al exilio a millones de venezolanos, tiene su origen en un puñado de venezolanos que llegaron al poder de manera democrática y desde allí eliminaron la separación de poderes, se hicieron con el control de los recursos del Estado sin controles institucionales, saquearon nuestras riquezas, quebraron a PDVSA (entre otras empresas públicas) y con el apoyo del alto mando de las Fuerzas Armadas y los cuerpos de inteligencia, reprimieron a la mayoría de los venezolanos que decidieron desalojarlos del poder el pasado 28 de julio.
El caso de los (más de) treinta de PDVSA es un doloroso síntoma de las consecuencias de ser gobernados por una dictadura que enfrenta y persigue a quienes los critican, es la demostración de que el gobierno afecta todas las áreas de nuestra vida, es la evidencia de que no podemos vivir aislados de nuestro entorno y que no existe en nuestro país un lugar seguro que no se vea afectado por la arbitrariedad del gobierno. El cambio político en Venezuela es un destino que debemos asumir para nuestra supervivencia, una urgencia vital que nos compromete en la lucha a todos los que creemos en la libertad y en la dignidad del ser humano.
Este ha sido y seguirá siendo nuestro compromiso.
El medio digital El Pitazo fue uno de los primeros en alertar sobre la detención de los más de treinta trabajadores de PDVSA. El trabajo de este medio, a pesar de los riesgos a los que están sometidos sus trabajadores y equipo editorial, nos inspira al demostrarnos que en nuestro país y fuera de nuestras fronteras, existen muchos venezolanos comprometidos con la libertad.
Roberto Patiño