Decir aquí “un sucio” describe un perfil humano que todos los estratos sociales reconocen; y en Venezuela ya no toca hablar de ideología sino de suciedad. Las bestialidades más recientes hacen que hasta la desacreditada etiqueta de “comunista” comience a sonar a elogio.
Las atrocidades no implican fuerza: Venimos presenciando claras señales de intrínseca debilidad en una satrapía acorralada, cobarde y ruin. Mal se puede hablar de “gobierno” cuando se palpa la vesania anárquica de mafias delictivas que – cual ávidas hienas – se disputan los despojos de una economía en barrena.
Estamos ante los estertores de un monstruo de varias cabezas, que no se limita a una sola persona, sino una pandilla que no basta derrotar, sino asegurar que jamás vuelva a levantar cabeza política o socialmente, por más tiempo y sacrificio que cueste lograrlo.
Venezuela atraviesa un cruel exorcismo – que por costoso y desgarrador no es complejo y menos irreversible. Los pies de barro de toda su estructura son bases esencialmente mercenarias: Es un parapeto improvisado sobre tres raíces podridas de odio, complejos e ignorancia, montado con engaño y sustentado en el reparto irresponsable de una gran piñata petrolera – hoy exhausta.
Poco les importa que el pueblo pase hambre, sino que la rebatiña ya no alcanza para todo un atajo de nulidades sin talento o luz propia, detritos tóxicos de un cometa destructivo que tan solo exigía abyecta sumisión.
Eso explica que un minúsculo puñado de los mismos incapaces no haya hecho más que rotar posiciones durante casi veinte años, recurriendo a fracasados ideólogos foráneos para que les suministren un poquito de materia gris.
¿Qué cómo será el desenlace? Algunos civiles constitucionalistas hoy intentan dar una salida ordenada y constitucional a cuantos se quieran desmarcar de la hidra vandálica. Pero aquella opción supone el uso civilizado de la lógica, la racionalidad y el derecho, que es algo que difícilmente pueda asimilar el núcleo criminal del tinglado.
¿Cuándo y cómo vendrá el puntillazo decisivo? Probablemente aparecerá de improviso y desde adentro, como un huracán impulsado por el batir de las alas de una mariposa, quizás por el más banal de los motivos.
Lo dijo el general Guzmán Blanco: “Venezuela es como un cuero seco, lo pisan por un lado y se levanta por el otro”. Son muchos los meros chorizos y rateros que buscan deslindarse del cogollo más comprometido; entre más de 2000 generales no todos están “sucios”, y lo que es más importante: Hasta la tropa ya anda pasando hambre. Y cada día el cuero se reseca más.
Cuero reseco
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