Del Radicalismo y Otros Extremos

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Con el permiso de ustedes
Precedentes aleccionadores

Antes de evolucionar a la democracia, Grecia pasó por monarquías, aristocracias y otras formas de gobierno –arcontes y areópagos- donde la minoría, rigurosamente expresada, tenía el control del poder. Las disensiones económicas y sociales eran la característica de esos gobiernos y por eso la inestabilidad amenazaba siempre con dar al traste con la república. Las cargas económicas debían soportarlas las mayorías, mientras una minoría oprobiosa vivía con los privilegios y las ventajas. Y era tan grave el asunto, que producto de los altísimos intereses establecidos por el capital bancario para el campesino y otros sectores menores comerciales, no podían sostener sus unidades productivas e iban a parar a manos de los “dueños de la economía”.
De allí que el alto costo del dinero llevaba a los más pobres a la pérdida de los bienes, e incluso “esos amos” podían negociar “hasta a las personas” y venderlos como esclavos sin detenerse en las mujeres e hijos. De ese entramado e injusto “modelo económico” surgiría el famoso Dracón y sus no menos conocidas leyes draconianas, cuyo fin era ponerle término o suavizar aquellas relaciones económicas y sociales extremas. Pero ese “remedio fue peor que la enfermedad” y luego vendría el conocido sabio Solón, quien acudiría a un llamado fervoroso de sus compatriotas. Pero, ¿quién era realmente este hombre y qué fue lo que hizo?
Veamos, a grandes rasgos, su historia.
Solón era estadista, poeta y legislador ateniense y también fue uno de los siete sabios de Grecia. Este singular personaje legó su nombre y sus hechos a la posteridad, que no fueron otros que las profundas reformas sociales y políticas que condujeron al progreso de Atenas, su tierra natal y en la que vio vida en el año 640 antes de Cristo. Creó un equilibrio social basado en la solidez de una clase media de pequeños y medianos propietarios y un nuevo sistema de designación de  magistrados, medidas que acabaron con el imperio de las grandes familias ysentó las bases de lo que   sería después la democracia ateniense e implementando con éxito, entre otros elementos, lo que se conoció como “conciliar los extremos” y “guardar en todo la mesura”. Había viajado al extranjero buscando su propia independencia, aun cuando era hijo de rico comerciante, pero la riqueza que este hombrequería no era la material, sino  formar su personalidad a través del  conocimiento y  la cultura. Y con esa sólida formación es cuando su pueblo, que estaba al borde de una guerra civil que era originada por la profunda crisis que hemos reseñado, lo introduce  en aquella turbulencia. Sus congéneres sehabíanpercatado de su forma de serque estaba caracterizaba por su idealismo,  rectitud y capacidad reflexiva, además de un accionar práctico y  enérgico. Su sentido del deber estaba impregnado de la convicción de que “lajusticia divina castiga siempre al mal”.
Pero a Solón no lo movía la ambición desmedida de poder –terrible flagelo de todas las épocas- sino que anteponía el bienestar colectivo de su gente. Por eso acudió al llamado y rápidamente se abocó a resolver los ingentes problemas que afectaban a la sociedad. Tomó medidas para aliviar las enormes deudas que pesaban sobre los pequeños predios agrícolas y el que había sido esclavizado por deudas fue liberado. El sabía  de la insensibilidad de los ricos que se aprovechaban de los más pobres para aumentar sus caudales. Afectó a los usureros y explotadores. Le dio derechos políticos a quienes carecían de ellos y eliminó los privilegios de casta. Eximió de impuestos directos a los pobladores porque en ese tiempo se consideraban los tributos indignos de los ciudadanos. Esto funcionaba porque los servicios al Estado se desempeñaban de manera honorífica y no remunerada. Todos, incluso los más pobres tenían derecho a participar en las asambleas donde se elegían los cargos, cualquiera que fuere.
Como legislador suavizó las leyes de su antecesor Dracón, quien había establecido normas muy duras y la pena de muerte sólo se aplicó a los delitos graves. Por ejemplo, las leyes draconianas castigaban con la muerte el robo de una manzana o el hurto de algunas legumbres. Como decían los atenienses “las leyes estaban escritas con sangre”. Frenó el deseo de lujo, reglamentó los ingresos de los ricos mercaderes y prohibió el gasto suntuoso de los funerales que contrastaba con el de los pobres. Expropió  latifundios –no todos,  sino en cierta medida- y los dividió y asignó en parcelas iguales. Solón era un convencido de “buscar el justo medio” y “guardar la mesura”.
Solón  “cosechó lo que había sembrado” y no era más que el respeto de su gente: había  producido el bienestar para su pueblo rompiendo los injustos esquemas de una sociedad opresora, y en una época en que aplicar cambios se tornaba muy difícil y peligroso. Pero con todo eso, sus coterráneos no estaban completamente satisfechos y comenzaron a manifestarse con  descontentos y reproches, que poco a poco fueron subiendo de nivel. El sabio se fue cansando de las críticas que le venían de todos los sectores y pidió “un permisito” de diez años para irse a viajar por otros países, pero a sabiendas de que sus responsabilidades públicas habían terminado. Se iba así –de modo voluntario- del poder que le había dado su pueblo.
No obstante, dejó sus aleccionadores principios, quizás no bien “digeridos” por aquella sociedad,   de que era necesario “guardar la mesura”, y “conciliar los extremos” y mantuvo asimismo la postura que lo había alejado de todo proceder partidista o de grupo. Y es que en ese tiempo, la mesura y la conciliación de los extremos, no era más –en términos prácticos- que evitar los graves conflictos y las guerras que de alguna manera eran hijas de los extremos.

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