Guillermo García, Enamorado del teatro

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Guillermo García confiesa estar “perdidamente” enamorado de un sólo amor: El teatro; sin embargo, divide su tiempo entre dos amantes: el cine y la televisión, de las cuales ha aprendido muchas cosas y disfrutado un montón, pero cada una requiere un lenguaje y trato distinto.

Actualmente interpreta el personaje de Cornelio en la telenovela Mi Ex me Tiene Ganas, de Martin Hahn, que transmite Venevisión. Y en las tablas encarna al ocurrente Stanley, en la pieza teatral Taxi, que se presenta en el BOD-Corp Banca, Caracas.

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Al conversar con este barquisimetano su gentilicio lo engrandece. Su pasión por la actuación no tiene rival,
“porque actuar es una de las cosas que más amo en la vida; nunca lo podría ver como un tigre, jamás, el día que eso suceda prefiero retirarme y esperar otra oportunidad”, dijo el actor, quien siempre anda en busca de una satisfacción personal con su carrera.

Posición afortunada
En estos momentos el joven está viviendo una etapa muy fructífera en su profesión. “Me siento satisfecho por la cantidad de oportunidades que se me han presentado. Estoy en una posición afortunada donde puedo escoger lo que quiero hacer y que proyectos puedo dejar pasar, algunos los dejo pasar por cuestión de agenda, porque cuando estás en televisión, haciendo novelas, se complica el tiempo. Me siento muy contento porque estoy recogiendo los frutos de lo que he sembrado durante muchos años, sobre todo en este momento tan difícil para los actores en Venezuela”.

El guaro rememoró que comenzó en el teatro cuando tenía 16 años. “Estudié en la escuela Alvaro Rosson en Barquisimeto, de la mano de Rolando Ramírez y Mary Carmen Briceño, ahí aprendí muchas cosas. Yo he tenido la oportunidad de viajar y hacer cursos afuera de mi país y me da mucha satisfacción cuando se me presentan ejercicios que ya había hecho en esa escuela que era algo pequeño, muy humilde, pero a la que le debo tanto”.
• ¿De dónde nació su inquietud por las tablas?
• El teatro siempre me sedujo, pero era muy tímido, y me daba temor abordar las tablas. En mi familia tengo un tío que es actor, Humberto García, hermano de mi papá. Por el lado de mi mamá son muchos más artistas e histriónicos, aunque ninguno se dedique a esto, siempre se bailaba, cantaba y hacíamos cosas en mi casa cada vez que celebrábamos algo. Empecé a estudiar teatro y poco a poco fui haciendo cosas. Lo primero fue Teatro Cabaret, íbamos a sitios y bares con el director Jaime Niño. Cada vez que estaba en escena había algo que me atraía, y es que una vez que te enamoras perdidamente del teatro, ya no hay vuelta atrás.
• ¿Cómo lo tomaron sus padres?
• Al principio dijeron: ‘le dio por ahí’, ‘vamos apoyarlo’, ‘vamos a verlo y aplaudirlo’. Mi mamá pensaba que era una etapa, que se me pasaría, entonces no hubo obstáculos porque era algo informal. Después cuando mis intenciones fueron más serias y formales todo el mundo comenzó a preocuparse por mi carrera (Comunicación Social). Pero en este momento de mi vida, mi familia es la que más me apoya, nunca se pierden un estreno, siempre está allí, alentándome para que haga otra obra de teatro, a ellos le encantan verme en las tablas, se vienen de Barquisimeto a verme.

 


• ¿Qué es lo que más le apasiona del teatro?
• Lo maravilloso de las tablas es que nunca cuestionas el texto, porque lo primero que te atrapa, y de lo que te enamoras cuando estás montando una obra, es del texto; lo puedes analizar en trabajo de mesa, lecturas, desglosarlo, y no se cuestiona porque es algo que te seduce. Luego el ensayar por unos meses te permite que al momento de estrenar eso esté bien contado y analizado, con ayuda del director. Apuestas a otra cosa, es un trabajo muy enriquecedor que en la televisión no se da tanto.
• ¿Y en el cine?
• En el cine ya sabes en lo que te metes desde un principio, porque desde la escena número uno, hasta el final, casi no se cambia nada en el proceso de filmación, todo es más cuidado. Abordar el personaje tanto en cine, televisión y teatro es distinto, la mecánica es diferente, pero hacer los tres te da cierta versatilidad porque cada uno tiene herramientas distintas.

• ¿Cómo se siente trabajando en televisión?
• La telenovela es un género muy difícil por la inmediatez, digamos que todo se escribe al momento, y las cosas se improvisan un poco en cuanto a los resultados que se dan en pantalla. Por eso es un territorio muy inseguro para mi, en el aspecto de abordarlo actoralmente, e inclusive como espectador. Respecto a trabajar en mi Ex, estoy con un elenco fabuloso, donde comparto con Gustavo Rodríguez, un actor con quien siempre quise trabajar; esas cosas son las que rescato de la televisión, el poder trabajar con actores que soñaba, aunque me cuesta mucho adaptarme al género televisivo.
• ¿Cómo se la lleva con su personaje, Cornelio?
• Es un pintor, un artista plástico muy anárquico, digamos que su moral es un poco flexible, pero se escuda en el arte con el argumento de que es libre para crear, pero Pilar (Daniela Alvarado) es su cable a tierra. Cornelio tiene una fobia que se llama gamofobia, eso existe, es el miedo al matrimonio, yo en estos momentos de mi vida me siento muy identificado con esa fobia (risas), por eso no hice un trabajo más allá de profundizarlo, porque hay momentos donde el actor se siente identificado con la circunstancia del personaje, quizás no con el personaje, pero si con las circunstancias.
• Y a la ex ¿le tiene ganas?
• Yo me he devuelto tantas veces (risas). Cuando uno tiene un amor que merece ser recordado, que le debes mucho, y te ha dado tanto, creo que siempre existen ganas, porque siempre existirá el gusto, no creo que eso muera. Claro que hay momentos donde decides que no puedes tener la relación, entonces, te quedas con lo bueno, pero confieso, tengo muy mala comunicación con mis ex (risas).

Un guaro en Caracas

“Te sientes como un perro azul. Todavía no he aprendido a lidiar con el tráfico, tengo como siete años en Caracas y me cuesta mucho hacerlo, siempre hago un esfuerzo sobre humano para lidiar con él”. Para distraerse en las colas caraqueñas ha comprado CDs para aprender hablar francés e italiano,“y así no sentir que me embrutezco con el tráfico”.

“Siento que los guaros tenemos un poco de inocencia, y a veces nos falta malicia, aspecto que ésta ciudad te va alimentando y enseñando poco a poco. Creo que por la sencillez y serenidad que tenemos los barquisimetanos aprendemos a tomar las cosas con más calma, aunque uno nunca se acostumbra”.

Enfatizó que la gente siempre percibe que no eres de Caracas. Una de la cosas que adora de esta ciudad es el Ávila. Se ha presentado en varios teatros de la capital, pero no ha tenido la oportunidad de mostrar su trabajo en las tablas larenses, “hemos tenido varios conatos para presentarnos en el Teatro Juares, pero no se ha concretado”.

Entre otras cosas confesó que le gustaría en un futuro dirigir una obra de teatro.

Protagonista del cine

El 30 de noviembre se estrenará la película Azul, y no tan Rosa, del actor Miguel Ferrari, quien debuta como director de un largometraje, donde el barquisimetano interpreta el papel protagónico. Una historia basado en el reencuentro de un padre y un hijo, y el reto que entraña para ambos en cuanto a respeto a la diversidad.

“Es una película hermosa, donde Elba Escobar hace de mi madre. Miguel es el mejor director que he tenido en cine”. El joven adelantó que también formó parte de la nueva película de Ruddy Rodríguez, que lleva por nombre La Casa del fin de los Tiempos, donde interpreta un sacerdote. “Creo que se estrenará en febrero”.

También hizo una pequeña participación en la película Libertador, de Alberto Arvelo, historia sobre la vida de Simón Bolívar. “Fue un cameo, porque Edgar Rámirez, que es mi pana del alma, a quien admiro y respeto, estaba filmado hace unos meses en Caracas y tenía una escena súper transcendental con Imanol Arias, y quiso que en ese almuerzo lo acompañaran sus amigos, literalmente lo que hicimos fue cenar y estar allí, y disfrutamos un montón porque es una súper producción. Me sentí como filmando Corazón Valiente de Mel Gibson”.

Foto: Cortesía

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