El cielo recibió la madrugada del sábado, a más de 30 venezolanos a causa de un mismo suceso y, sin demoras, se elevaron oraciones por el cese del incendio que sacudió a una de las instalaciones más importantes de la industria petrolera del país y que afectó a comunidades vecinas.
Hoy el ruego continúa, pero esta vez orientado al fortalecimiento espiritual de familiares y amigos de las víctimas que, estando de trabajo, vacacionando o en sus hogares, fueron alcanzados por la explosión que volvió noticia al estado Falcón.
El Evangelio, según San Juan, capítulo 11, dice: “Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá. El que vive, el que crea en mí, no morirá para siempre” y fue el pasaje bíblico proclamado por el sacerdote e integrante de la Fuerza Armada, Efraín Pastrán, durante el sepelio de uno de sus compañeros, este lunes, a las 10.00 am.
El soldado de Santa Rosalía
Con el incendio de la refinería de Amuay, en Punto Fijo, se extinguió la vida del sargento primero de la Guardia Nacional, Yhondeyber José Ramos Giménez, larense y quien tenía su residencia hacia el oeste de la ciudad crepuscular, al lado de su esposa y pequeño hijo de tres años.
Es una pérdida irreparable y muy sentida por quienes le conocieron y lamentable para Venezuela entera. Ayer, cuando le dieron cristiana sepultura, sus seres amados y compañeros de la GN, así como miembros de otros componentes militares, demostraron el sincero afecto hacia el soldado de Santa Rosalía, la comunidad que lo vio crecer.
Hablar del soldadito, como lo llamaban por cariño, es remontarse al compartir alegre y solidario que siempre manifestó con los suyos. De lo poco que tenía, dijo la señora Miriam Peña, amiga de la familia, lo brindaba sin reservas para ayudar a los más necesitados.
“Había empezado a construir su casa”
Gustavo Giménez, tío, entre lágrimas recordó a su ser querido, refiriéndose a él como una extraordinaria persona que supo sacar adelante a su familia, pese a las dificultades del camino. Era emprendedor y muy obediente con sus superiores, declaró.
Sin embargo, lo conmovedor de su relato, fue al detallar que dos semanas antes del incendio en la refinería de Amuay, donde su sobrino tenía alrededor de dos años destacado, había empezado a construir su casa con la ilusión de ofrecerle estabilidad a su compañera Dayana de Ramos y a su hijo.
“El me dijo: tío ayúdeme a construir la casa; adelantemos lo más que podamos la construcción. Mi soldado se fue sin despedirse, dejándonos un vacío muy grande en el corazón. Sin embargo, nos conforta saber que sus buenas obras lo acompañan, al igual que el cariño de toda su gente”, acotó el familiar.
Del matrimonio de sus padres, Elvira Giménez y Mario Ramos, nacieron tres hijos. Yhondeyber era el mayor; otros siete hermanos por parte de papá también lloraron su pérdida. Alrededor del ataúd quedó constancia de su carisma con el prójimo: era impresionante el número de personas que le dieron el último adiós.
Honor a quien honor merece
Ayer, en el Cementerio Nuevo, fue el entierro del hombre que dedicó sus años de juventud a la Patria. El acto de reconocimiento post mortem ascendió a sargento mayor de primera a Yhondeyber Ramos y sus padres recibieron además, en nombre del militar fallecido, la condecoración Cruz de la Guardia Nacional, en su única clase.
Entre las autoridades presentes estuvo el general de Brigada Ángel Fréitez, comandante de la Base Aérea Teniente Vicente Landaeta Gil y el coronel Edgardo Zuleta, segundo comandante del CORE 4. De las figuras políticas, sólo estuvo presente el diputado del Consejo Legislativo de Lara, Luis Jonás Reyes.
Fotos: Elías Rodríguez
