En una etapa añeja de la historia de Cabudare, uno de los lugares más acogedores era el antiguo camino de Tarabana, en donde se realizaban las fiestas en Honor a San Rafael, con bailes y parrandas, velorios y tamunangue, sin faltar la improvisada manga de coleo que se instalaba provisionalmente con palos de bambú.
El sitio formaba parte del antiguo camino hacia Barquisimeto, a través de Zamurobano, hasta que el crecimiento de Cabudare, terminó por liquidar todas esas tradiciones.
No obstante, en esa parte de Pueblo Arriba, como se le conoce, al construirse la Avenida Hermano Nectario María (La Ribereña), se delimitó la Avenida Libertador en cuatro largas pistas divididas por una isla repleta de árboles que formaban un gran arco natural, parecido a un bosque.
La referida isla partía desde la Calle El Calvario hasta la prolongación de la Avenida El Placer, en el sitio de Tarabana.
En el último estado
Los desarrollos urbanísticos dieron al traste con el reseñado arco de árboles, talándolos indiscriminadamente para seccionar la isla frondosa, construyendo retornos a cada 50 metros, que beneficiarían a los propietarios.
Para revertir el daño ecológico y humanizar la deteriorada isla, la Alcaldía de Palavecino, en la gestión de la alcaldesa Aura Contreras construyó un paseo central con caminerías y faroles coloniales, así como una fuente en convenio con el Rotary Club, en donde también se instaló una enorme escultura de la organización internacional.
Hoy sólo quedan vestigios del monumento, los faroles partidos y en penumbras, la fuente en ruina, los árboles talados y siguen los urbanistas seccionando la isla en lugar de recuperarla.
Huecos por doquier
Félix Rojas, habitante de la Avenida Libertador de Cabudare con calle El Calvario, indicó que lo que sobra en ese corredor vial son huecos y troneras.
Aseveró que cada precipitación representa una inundación de las casas vecinas y de la misma avenida, correntías que destrozan todo a su paso, inclusive paredes como lo ocurrido el 7 de octubre pasado.
Describió que las calles El Calvario y la Libertador, se convirtieron en torrenteras, levantando el asfalto y las tapas de las bocas de visita de los drenajes.
Asimismo, Valentín Molina, vecino de la Calle El Calvario, apuntó que la Alcaldía ha efectuado varios planes de bacheo en la zona, “pero el asfalto es tan deficiente, que a los pocos meses los huecos son más grandes”.
Hidrolara también fue señalada de realizar reparaciones y olvidar restituir la capa asfáltica.
Fotos:Luis Alberto Perozo Padua
