#Opinión: Doña Rita Parra de Carrillo Por: Víctor Hugo Pérez Sánchez

Conocí a Doña Rita en el año 1967. Era el centro de apoyo espiritual de todos los docentes dedicados a la instrucción en el Laboratorio de Histología y Embriología de la Escuela de Medicina de la UCLA.
Ella murió hace nueve días y es justo recordarla hoy y siempre con el mismo cariño que ella nos dispensó desde su sencillo pero muy útil trabajo en el Laboratorio. Ella no era solo eso; era su conversación amena y su disposición a suplir necesidades con su característica bonhomía, diligente y franca para, inclusive solventar alguna urgencia monetaria.
Estoy seguro que también fueron muchas las promociones de médicos, en las cuales ella ocupó espacios mentales por su diligencia y consejo desde su trabajo de Auxiliar. A título de ejemplo: Nosotros docentes la vimos muchas veces consiguiéndole una bata a un bachiller, para que pudiese entrar a la instrucción de laboratorio; requisito normativo y riguroso para las prácticas programadas; el trabajo de madre que ayudaba a sus hijos transitorios.
Ya quisiéramos tener muchas señoras Rita como coloquialmente la llamamos. Seres sencillos; sin petulancias; estricta cumplidora de sus deberes y necesaria para desarrollar una labor del equipo dedicado a la formación de profesionales.
Es justo recordarla hoy 22 de noviembre, cuando familiares y amigos están convocados a su novenario e invocar en las oraciones del rito cristiano a quien dejó una huella cariñosa en nuestras vidas, por su existencia ocupada a tiempo completo al servicio del prójimo. Todos te queríamos mucho.  Descansa en paz.