Mis condolencias

Cuando decimos «mañana lo haré», aseguramos algo de lo que nadie está seguro. Mañana es apenas la esperanza de llegar a un nuevo día. Mañana es un incierto, un inseguro. Mañana puede ser nunca. Todo lo hace trizas el tiempo o la fatalidad que suele llegar en el momento menos esperado, cuando más contentos y productivos estamos.
La vida es un constante hacer, mantener activas las ilusiones, el incansable abrillantar de nuestras estrellas y anhelos en el orbe azul de la esperanza.
EL IMPULSO ha sido doblemente golpeado al haber perdido a Carlos Guillén y a don Luis Matheus «El conejo». En silencio se han quedado sus voces, queda el recuerdo, su optimismo, sus chistes y alegrías. La muerte ha llenado los rincones de luto y dejado a estos dos inolvidables detenidos en el momento de su trabajo, en los momentos compartidos. Sus alegrías quedan en el corazón de todos y cada uno de quienes lucharon con ellos el día a día.
Es difícil sonreír en momentos de tristeza. Mas, como sonreír es un bálsamo, hoy que la vida nos presenta mil razones para llorar, es necesario demostrarle -como dijera Facundo Cabral, que hay mil y una razones para sonreír. Al IMPULSO le queda la riqueza de su ejemplo, su amor al trabajo y su sonrisa en cada espacio de la casa.
Siendo parte de esta casa, de esta familia, así como disfruto de sus triunfos, hoy me duele el pesar que hoy embarga y enluta a la familia de Carlos Guillén y Luís Matheus y a mi querido decano de la prensa nacional EL IMPULSO.
Que descansen en paz.