El Papa y Maduro

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Obviamente choca en mi ánimo, la reunión del Santo Padre Francisco con el señor Maduro, actualmente en ejercicio de la Presidencia de Venezuela. Son dos figuras para mí contrapuestas, diferentes en extremo, con visiones de la política, del mundo y de la vida muy encontradas. Pero entiendo la reunión. Maduro busca legitimidad y quién mejor, piensa el régimen, que el Papa para ayudar con ese cometido, lo que me recuerda el viejo refrán tan venezolano, “sólo se acuerdan de Santa Bárbara cuando llueve”.Hoy Maduro necesita esa audiencia, si no la necesitara, la agresión y la confrontación estarían de nuevo presentes. No se puede olvidar tampoco que esta audiencia se produce cuando ya está solicitada otra de los diputados de oposición que luchan por la libertad de los presos políticos. Y Maduro quiso adelantárseles.
Seguro que el señor Maduro no habló con el Romano Pontífice, el tema de los insultos, agravios, irrespetos, injurias y maltratos que el difunto presidente Chávez propinó a eminentes prelados venezolanos, ni lo que el mismo Maduro les ha dicho en varias ocasiones.“¿Quién dijo eso de que el Papa es el representante de Dios en la tierra? Representantes somos todos. Nicolás, hay que revisar el convenio con la Santa Sede.” Eso lo dijo Chávez en una oportunidad, está grabado, Dios lo haya perdonado.Entonces Maduro era canciller y asintió tontamente con la cabeza, como hacen todos ellos. Tampoco Maduro trató con el Papa el tema de las ayudas que a las escuelas católicas se les ha negado, ni las ayudas que a instituciones tan valiosas como el Honim y el Pequeño Cotolengo en Barquisimeto, se les daba y se las quitaron. Lo mismo debe haber ocurrido en otras ciudades.Está bien, olvidemos y comencemos de nuevo, ojalá de verdad sea un nuevo amanecer. Por su parte el Papa no puede, no debe desatender la solicitud de audiencia de quien ejerce el poder en un país mayoritariamente católico. En ese contexto veo la audiencia que se efectuó el lunes pasado en El Vaticano. Ha habido, por parte de la Santa Sede, una declaración muy formal y protocolar, diría muy escueta, muy al estilo diplomático vaticano, sin referencia a ninguna situación especial.
El cardenal arzobispo de Caracas, Jorge UrosaSavino, manifestó su optimismo sobre la audiencia, dijo que con la visita de Maduro a Roma, esperan “mayor serenidad y respeto” a la Iglesia venezolana y a sus prelados. Yo lo dudo. Dios quiera sea así, pero lo dudo, aunque los milagros existen. Con todo respeto, si viera al señor Cardenal le diría que no creo que las cosas cambien mucho. Este régimen, al igual que ocurrió en la Unión Soviética, en Polonia, en Hungría etc., y ocurre en Cuba o en la China de hoy, maneja las cosas con un pragmatismo maquiavélico y perverso y poco o nada le interesan los principios, los valores, la religión, la fe o las creencias de nadie. Al contrario, si algo ha deseado siempre el marxismo, el comunismo, es eliminar, acabar con la religión. Para ellos siempre ha sido el “opio del pueblo”, aunque, a veces, se visten de seda, como corderitos y tratan de congraciarse con la Iglesia.
Los cables nos hablan que la audiencia duró apenas veinte minutos. Algunos me han dicho que esa es la duración promedio de una audiencia papal con un jefe de estado,hay audiencias que tardan más en razón de que se requiere traductor, que no es el caso, otros han dicho que fue corta. No lo sé. Me luce corta, sobre todo si tomamos en cuenta la expectativa que se había creado. En veinte minutos si acaso da tiempo para los saludos protocolares y alguna pequeña introducción en los temas a tratar. De manera que fue una audiencia corta. En lo que sí he visto coincidencia de varios corresponsales de prensa acreditados en El Vaticano, es que hubo mucha parquedad por parte del Santo Padre. Siendo, como ha sido, en estos tres meses iniciales de su pontificado, una persona espontánea y abierta, incluso a las bromas, con Maduro no tuvo esaactitud. Al contrario, según cuentan, el Papa fue en exceso parco, como evitando titulares periodísticos que dieran a entender acuerdos o simpatías más allá de la simple relación diplomática. Habrá que esperar lo que dice el transcurso del tiempo.
No tengo duda que el Papa abogó por la reconciliación nacional, abogó por un diálogo claro y sincero entre los venezolanos, abogó por los presos políticos y el respeto de los derechos humanos y por la defensa de la vida, abogó por la democracia, la separación de los poderes públicos y la pluralidad. Para que eso se materialice es necesario que el régimen tome la iniciativa y acelere el primer paso. No puede haber diálogo mientras haya presos políticos, mientras no haya un nuevo CNE imparcial y objetivo. No puede haber diálogo sin magistrados honestos, imparciales y justos, sin contralor general de la república, con universidades sin presupuestos y paralizadas, sin libertad de expresión y con medios de comunicación cerrados y otros amenazados. El régimen debe demostrar con los hechos que la palabra papal actuó en su conciencia y lo movió por dentro.

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