200.000 muertos votan

No nos cansaremos de repetir que nuestra Revolución Bolivariana es capaz de cualquier cosa: léase inventar la toalla sanitaria comunitaria y reutilizable, erigir la totuma como símbolo de eficiencia socialista, exportar la muy afamada Warapiche Mineral Water, de convertir el deleznable papel toalet en noticia de primera página de la prensa nacional e internacional, y hasta de resucitar a 2000.000 muertos para que vayan –ahora en vida- a votar por el Proceso.
Nos imaginamos el espíritu del Comandante Supremo, ubicuo, omnímodo y omnisciente, recorriendo todos los camposantos nacionales y municipales para llamar a los muertos de su tumba y ordenarles: ¡Levántate, anda y vota por el PESÚ! Y éstos cuál zombies de un nuevo culto bolivariano, hipnotizados y regocijados, acuden sin más a los Centros de votación, donde por obra y gracia del CNE aparecen también vivitos y coleando en los cuadernos de votación.
Nadie sabe como eluden las eficientes captahuellas, ni como marcan la tarjeta del candidato del gobierno, lo que sí se sabe es que los días de elecciones muchos ven como pasan flotando unos dedos meñiques pintados con tinta azul indeleble.
Más de 200.000 almas que reposaban en la paz de los sepulcros han vuelto por un momento a la vida –por obra y gracia del Comandante Supremo y sus acólitos– para demostrar que en Socialismo todo es posible y que mientras el sucio capitalismo condena a la gente a una existencia efímera y fugaz, el Socialismo los tiene siempre en conserva -como criogenizados pues – para llamarlos convenientemente a construir la Patria roja rojita, sin importar leyes, reglamentos y mucho menos constituciones. ¡Cosa má grande caballero!
Ya se comenta que este milagro electoral -sin precedentes en la historia de democracia alguna- de más de 2000.000 resucitados votando todos por el mismo candidato será expuesto ante el Vaticano como prodigio suficiente para la canonización de San Hugo de los Pobres, mientras los infaltables mamadores de gallo de la oposición amarilla y apátrida ya canturrean:
¡No estaba muerto, estaba votando por el Designado!