Los ideales de nuestros hijos

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A muchos padres les preocupa qué actividad le interesará a sus hijos en el futuro: ¿de qué van a vivir?, ¿qué profesión escogerán? A veces ellos se adelantan y proponen estudiar ingeniería aeronáutica o chef de cocina, por ejemplo. No hay que darles un desplante, bien sea negando que en Venezuela tenga futuro tal tipo de ingeniería o diciéndoles que la carrera de chef no tiene el prestigio de una profesión universitaria.
Hay que escucharles y ayudarles a razonar. Por ejemplo, se les puede preguntar si han pensado dónde ejercer esa ingeniería, porque en Venezuela no tenemos una industria de ese tipo. La carrera de chef está cada vez más solicitada por hombres y no es poco lo que ganan si cocinan bien.
¿Cuáles son sus aptitudes? Los tests psicológicos ayudan pero no hay que delegar en ellos toda la confianza porque son muy limitados, es decir, son un dato más. Ver funcionar a los hijos en casa y en el colegio es la mejor forma de orientarles. El carácter influye a la hora de escoger profesión. Por ejemplo, no sería conveniente que se dedicara al comercio una persona que rehuye las relaciones sociales. O recomendar que estudie ingeniería o medicina a un joven que tiene poca fuerza de voluntad para pasar horas enteras ante los libros.
Es muy aconsejable fomentarles la sociabilidad, o sea, el tener amigos y compartir con ellos. Invitarlos a casa y así los conoceremos nosotros. Dice Aristóteles que la amistad es lo más necesario en la vida. De hecho, nadie quiere vivir sin amigos, aunque tuviera todo tipo de bienes. La soledad es de las cosas más terribles. Por eso, en las familias de varios hermanos es difícil que alguno salga tímido.
Generalmente con nuestros amigos compartimos aficiones: bicicleta, judo, filosofía, fútbol, estudios. En esa relación surgen actitudes que pueden orientarles a escoger profesión. Es con los amigos que destaca el líder o el sumiso, el alegre y el pesimista. El generoso y el egoísta. No hay amistad estable sin confianza mutua y no hay confianza sin dedicación de tiempo. El tiempo revela al amigo y los malos momentos ponen de manifiesto quienes son los verdaderos amigos.
No hay que tener miedo a que en la casa existan normas: un horario de comidas, de acostarse por la noche, etc. Los muchachos lo necesitan y es parte de la educación cívica. Mucha gente se aparta del mal por temor a la ley. No bastan los razonamientos. Perdamos el miedo a mandar.

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@oswaldopulgar

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