O dialogamos o nos matamos

La política puede entenderse la conquista y la conservación del poder: es la que Maquiavelo estudió observando las guerras entre las repúblicas del norte de Italia durante el Renacimiento. Esta concepción conlleva a nuevas guerras.
Hay otra concepción: la de la práctica de llegar a acuerdos suficientemente satisfactorios para todas las partes, aun si cada uno debe sacrificar parte de sus aspiraciones; es una concepción democrática que minimiza el conflicto violento porque lo hace innecesario. Aunque no elimina la posibilidad de alguna forma de violencia, la reduce notablemente. Es la política que reclamamos: diálogo y no violencia.
Este gobierno practica la concepción maquiavélica del ejercicio del poder. El chavismo surge en la política mediante un golpe en el que murieron, así lo estiman, unas 200 personas y ellos jamás lamentaron esos muertos, sólo se han acordado de glorificar a los suyos. Lo que es peor: los soldados golpistas no sabían que iban a dar un golpe y nadie les preguntó si estaban dispuestos a morir en la acción o a matar a los que no eran sus enemigos, sino compañeros de armas.
Ellos no distinguen entre lucha pacífica y no pacífica. No hay nada más pacífico que un grupo de estudiantes acampando frente a alguna institución y ya hemos visto cómo los han agredido. Para nosotros, lo importante de la lucha pacífica no está en que actuando así el gobierno va a dejar de atacarnos, sino mostrar que aun siendo pacíficos somos agredidos y convirtiendo la agresión en un hecho moral y políticamente injustificable. Lo triste de todo esto es que la violencia chavista está al servicio de ideas sociales, políticas y económicas que ya han demostrado, aquí y en todas partes, que son un fracaso.