Toma de Caracas y Villa Rosa

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No es fácil digerir lo que ocurre en estos tiempos. Si, por ejemplo, voy a la barbería, o entro al cine, o asisto a la Misa dominical o me detengo a tomar un café con un amigo, al terminar cualquiera de esas actividades me encuentro que ha ocurrido algo nuevo, pero algo nuevo de importancia. Este fin de semana recién pasado viví ese fenómeno. El viernes comenzó con los comentarios de la toma de Caracas, de la inmensa multitud que logró reunirse el 1S en la ciudad capital. Fue tan grande la multitud que alguien desde el exterior observó que era el acto político más gran ocurrido en cualquier ciudad de América Latina. Junto con la admiración producida por lo grande de la llamada Toma de Caracas, se habló con insistencia también de los inconvenientes que el régimen o sus seguidores, se encargaron de crearle a quienes iban del interior de la república. Un buen porcentaje no logró llegar, hubo piedras, asaltos con el consiguiente robo de alimentos y otros bienes, buses destrozados y, sí señor, personas heridas. La indiferencia oficial fue absoluta ante estos hechos. Tenía que serlo, qué les importa a ellos lo que ocurre a los venezolanos.

No había transcurrido la Toma de Caracas cuando el Presidente de la república pronunció, no un discurso, eso no es un discurso, una arenga barata y soez, en la cual insultó, en los peores términos, al presidente de la Asamblea Nacional. Lo hizo en una cadena nacional de radio y televisión, en horario incluso para niños y sin razón objetiva alguna, sólo por odio y despecho. Alguien se atreverá a sancionar a Maduro por esa violación de la Ley? Quiso Maduro, con ese vocabulario inaceptable, distraer la atención de lo que ocurría en las calles de Caracas? Estaba fuera de sus cabales. Ya había entendido que el repudio hacia él es total. El deseo de cambio es absolutamente mayoritario. Y la guinda fue Villa Rosa, una urbanización ubicada a las afueras de La Asunción, capital del estado Nueva Esparta. Maduro fue a “inaugurar” allí unas viviendas que estaban construidas desde hacía tiempo y la gente lo recibió con un cacerolazo, los habitantes salieron con sus peligrosas cacerolas a manifestarle al Presidente que no lo quieren, que no lo aceptan allí. Se grabaron videos, se hicieron fotografías, hubo audios y el país entero lo vio en tiempo real. Maduro montó en cólera, bajó del vehículo y se fue a las manos con señoras, ancianos, jóvenes y con varios de los que por allí protestaban. Los medios audiovisuales no informaron, el único que pretendió informar, tiene a su director detenido en Margarita. Se allanaron humildes viviendas en búsqueda de celulares. Se detuvo a sencillos pobladores que gracias a Dios ya están libres. Cunde el pavor en los predios oficiales. El pueblo decidió cambiar de gobierno.

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Quedo pendiente de escribir sobre la inmunidad parlamentaria.

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