Ni en sus más remotos pensamientos el maestro Jorge Arteaga se imaginó que un día su talento sería reconocido de esta manera. Por eso cuando se lo dijeron, sus ojos casi empañan los cristales de sus anteojos. Visiblemente emocionado nos cuenta: -Estoy trabajando en el montaje de una exposición en el museo de Barquisimeto y coparé con mis obras todas sus salas.
Han transcurrido 60 años de aquella primera visita que hizo a Barquisimeto, la ciudad de los atardeceres cromáticos, la del cuatro y las noches bellas de silencio y calma interrumpidas apenas por el canto de las serenatas madrugadoras.
Y el maestro de la luz se enamora perdidamente de aquel entorno que le ofrecía un paisaje digno de ser atrapado y eternizado en el lienzo. Fue entonces cuando decidió conversar abiertamente con José Requena, un pintor de altísimos vuelos a quien todos admiraban por su genio y figura legendaria en el mundo del color.
“Yo venía muy recomendado y no fue difícil integrarme al grupo de alumnos de ese personaje tan especial que era Requena – recuerda don Jorge haciendo memoria y llevando al presente el pasado que antecede al hoy. A la fecha que nos recuerda a todos que hace 60 años las vueltas que da el reloj de su vida se detuvo en la ciudad musical de Venezuela.
Esa fecha es histórica para este hombre andar pausado, sin galopes largos. En los primeros días del próximo mes de diciembre Todo el Museo de Barquisimeto se pondrá sus mejores galas para recibir lo mejor de su extensa obra gracias a un trabajo de mucha gente que ha colaborado con el montaje de la exposición.
-No ha sido fácil -nos recuerda el maestro- pero como la responsabilidad es muy grande no hemos escatimado tiempo ni espacio para reunir más de 200 obras que recogen toda mi trayectoria, muchas de ellas inéditas y otras que me han sido cedidas por coleccionistas para esta memorable ocasión.
“Hemos querido ser coherentes en la historia pictórica que vamos a contar esta vez. Cada sala de nuestro museo pertenece a una época”.
-Como todos saben siempre me he caracterizado por ser un estudioso de la gesta independentista de nuestro país y por eso un humilde historiador que utiliza la pintura para contar los acontecimientos de aquella época que concluyeron con la libertad de los pueblos de la América Latina.
Piensa Arteaga que es una manera de honrar a los héroes de hazañas inimaginables en los escenarios donde los patriotas se llenaron de gloria eterna. -Estamos obligados los venezolanos de hoy a conservar viva la memoria de esos próceres.
El tiempo, viajero inexorable, ha obligado al maestro Jorge Arteaga a vivir y ser testigo excepcional de los cambios experimentados por las ciudades, con sus grandezas y sus miserias. Esa experiencia lo ha llevado a plasmar en sus obras lo que llama el realismo social de un país al que ama aún con sus enormes contradicciones.
-En ese sentido -agrega- el artista debe utilizar toda su sensibilidad para captar casi ritualmente las profundas desigualdades humanas con las que tropezamos diariamente. Es lo que Arteaga llama “Realismo social”, que no deja de convertirse en protesta que va mucho más allá de los meros formalismos a los que estamos acostumbrados cuando vemos una obra.
No cree Jorge Arteaga en radicalismos en el arte. Es una expresión humana con sus pro y sus contras. Por eso es importante que el espectador piense y reflexione frente al mensaje que va dejando el artista en su obra para poder entender mejor el mensaje que se desea enviar.
No dejamos de recordar en la breve conversación con el ilustre pintor venezolano, su autoría en el hermoso vitral de EL IMPULSO, objeto de la admiración de propios y extraños, como suele decirse. Tenemos la sensación de no contar con muchos muralistas en el país y entre el grupo el maestro Arteaga, admirador de los muralistas mexicanos como David Siqueiros con quien tuvo el honor de compartir una inolvidable experiencia cuando todavía era un joven con ganas de cambiar al mundo.
A la vera de un café tempranero Jorge Arteaga se queda mirando, absorto, el gran vitral de nuestro diario. -Mira, ese es Bolívar, también está el fundador del periódico, Federico Carmona y su hijo Juan Carmona, también hay un espacio dedicado al trabajo y esfuerzo de quienes hacen y trabajan en el diario.
La Casa Grande de los barquisimetanos abrirá sus puertas el próximo 3 de diciembre. En la puerta de entrada estará el gran maestro para conducirlos por los espacios dedicados al ayer y al hoy de toda una vida.
