Escenarios del país: Los fantasmas del diálogo

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Luego de varios intentos fallidos de diálogo entre el Gobierno venezolano y la oposición política, este 1 y 2 de diciembre se tejen nuevamente las expectativas del país acerca de los resultados probables de esta nueva tratativa. Alrededor de este proceso de conversaciones rondan algunos fantasmas que es importante describir para tener absoluta claridad sobre lo que está en juego y lo que pudiera sobrevenir en los próximos meses. No son los tres fantasmas de las navidades según Hans Cristhian Andersen sino unos más que se colaron en nuestra realidad.

Primer fantasma: el Gobierno se siente otra vez fuerte. Luego de su contundente e inesperada victoria electoral el pasado 15 de octubre. Dieciocho gobernaciones más la posibilidad de retomar Zulia luego de la no juramentación ante la ANC del candidato electo Juan Pablo Guanipa, le dan un halo de confianza de gran dimensión; además, en la misma onda de movilización de sus bases partidarias desde el 30 de julio con la elección de los constituyentistas. La reingeniería electoral y política les ha dado sus frutos. Lo sienten así y lo manifiestan abiertamente a través de los medios de comunicación. Queda claro que un actor que se sienta fuerte difícilmente cederá en muchas posiciones.

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Segundo fantasma: la oposición luego del 30 de julio y más aún, del 15 de octubre, implosionó. Literalmente voló en mil pedazos. Se quedó sin capacidad de respuestas y mucho menos de articulación. Perdió la conexión que traía desde diciembre del 2015 con la mayoría social del país. Ahora luce más dividida que nunca y sin rumbo fijo ni estrategia clara. La multiplicidad de vocerías le resta demasiado poder a su capacidad de comunicación política. Con esta situación particular y sin un apoyo claro y contundente del país es poco lo que está en capacidad de demandar.

Tercer fantasma: “muchas manos ponen el caldo morao” esta frase es contundente para describir el momento-cumbre venezolano. Son muchas las voces que desde las redes sociales opinan a diario causando enorme daño al país. El odio y los deseos de venganza están presentes en muchos tuits que leemos en Venezuela o escritos alrededor del mundo que impiden una salida negociada al conflicto venezolano. Nadie habla de perdonar o resolver civilizadamente las diferencias. Nos olvidamos de la cohabitación entre Patricio Aylwin y Augusto Pinochet en el Chile de finales de los ochenta. O, el papel de Valentín Paniagua con el fujimorismo en el Perú de los noventa. Vamos a por todo o nada, pareciera el lema de los múltiples expertos, que en lugar de ayudar, empeoran la situación.

Cuarto fantasma: no hay duda, a pesar de las diferencias de criterios técnicos, hemos entrado en el reino de la hiperinflación. Es el impuesto más perverso que se le puede aplicar a una sociedad, en especial a los más humildes. Desde octubre de este año el ritmo de crecimiento de los precios es del 50 por ciento. No hay manera alguna que los venezolanos ganando en bolívares devaluados puedan cubrir sus necesidades básicas. En este momento el 87 por ciento de la población no gana lo suficiente para mantenerse. Este dato es espantoso y en los días de esta nueva tratativa de diálogo, la agudización se acelera a ritmo inusitado. Sin duda, es la mayor presión que tendrán los protagonistas del diálogo, especialmente, el Gobierno cuya responsabilidad no puede soslayarse. Si desde la tratativa no surgen alternativas de solución a la crisis económica, este fantasma se puede materializar y sacudir los cimientos de la democracia venezolana.

Quinto fantasma: éste como el anterior, es también sumamente peligroso. Venezuela ha pasado a ser una ficha de canje de los intereses geopolíticos y geoestratégicos globales. Rusia y China, por una parte; los Estados Unidos y la Unión Europea por la otra, juegan duro en el escenario internacional. En la tratativa de diálogo lamentablemente no será un asunto meramente doméstico. Allí estarán las grandes potencias del orbe pulsando para favorecer sus intereses.

A ellos poco les importa la población y sus necesidades, es la pura verdad. Pero sí avanzar en el tablero geopolítico mundial, especialmente China y Rusia, que ya demuestran sus afanes de afianzar sus relaciones políticas, económicas y comerciales en esta región colocando a nuestro país como cabeza de playa. Muchas veces estos conflictos de intereses globales enredan la dinámica política interna de los países.

Como vemos, las cosas estarán complicadas; quizás más de la cuenta que antes. No obstante, no existe otro camino diferente a una guerra, que los intentos de diálogo directo entre los protagonistas de la diatriba local. Afortunadamente, América Latina está consciente de las dimensiones profundas de la crisis venezolana y sus posibles repercusiones en la región. Allí están sembradas las esperanzas.

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