Viernes Santo: El dolor de la cruz se refleja en el rostro de los venezolanos

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«Para decir lo que pasó aquel viernes en los palacios de Jerusalén y en sus afueras, no bastan las palabras. Por eso no hay en las avenidas del relato -Mateo, Marcos, Juan- sino una capa de misericordia, un leve y condensado recuerdo a los azotes.

Para decir lo que pasó aquel viernes en los palacios de Jerusalén: la sangre, los insultos, los golpes, la corona de espinas, los gritos, la locura, la ira desatada contra el más bello y puro de los hombres, contra el más inocente… para decir lo que pasó aquel viernes solo valen las lágrimas».

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Es Viernes Santo y, quizás, ningún otro día de la Semana Santa refleja tanto el dolor de los venezolanos. Día de duelo, de recogimiento y reflexión personal, en el cual se conmemora la pasión y muerte del Señor Jesús, quien cargó sobre la cruz los pesares y dolores del mundo entero.

Hoy hay muchos nazarenos, decenas de crucificados que caminan por las calles de nuestra tierra. «¿Quienes son mis discípulos? Aquellos que cargan con su cruz de cada día y me siguen», dijo Jesús.

El pesado yugo del olvido y la indiferencia golpean la dignidad de miles de venezolanos, quienes cada día padecen la indolencia de aquellos que dirigen al país.

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Educadores, jubilados, pacientes crónicos, enfermeras, médicos, reclusos en condiciones de hacinamiento, madres y padres de familia, todos, de algún modo, comparten el dolor del viacrucis. Caminan, luchan y abrazan esa cruz, con la esperanza de algún día, ver resucitar las áreas muertas de esta sociedad que, cada vez, necesita más a Dios.

El Getsemaní: vivir en la oscuridad

Dice la Escritura que a Jesús le invadió una tristeza de muerte, horas antes de vivir su Pasión. «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya». El Hijo, siendo Dios, vivió la soledad.

Esa misma tristeza sienten hoy muchos venezolanos, cuando cada noche quedan en total oscuridad a causa de los constantes apagones que han cambiado su dinámica de vida.

El daño irreparable es psicológico. Expertos en el área de la salud mental aseguran que los apagones son un «ataque continuado a la psique de los venezolanos».

La psicóloga Mary Carmen Rivas, destacó el rol fundamental de los servicios públicos en la estructura emocional de las personas. “Los servicios básicos son imprescindibles e irrevocables para la construcción emocional de la concepción de la calidad de vida. La incertidumbre en Venezuela es el combustible de los trastornos de ansiedad”.

Lo malo está asociado a lo oscuro. Por ello, las consecuencias del racionamiento eléctrico incluyen: ansiedad, angustia, miedo intenso, pánico o depresión; heridas que no han sanado porque el estímulo agresor es continuado.

En materia de servicios públicos tampoco hay agua en la mayoría de los sectores urbanos y rurales. El aseo urbano es deficiente y el suministro de gasolina, indispensable para la movilización ciudadana, se encuentra en estado crítico.

¿Será Pilatos o Judas?

Con los zapatos rotos y la ropa gastada por los años, caminan los docentes de Barquisimeto por las calles de la ciudad. Reclaman una y otra vez las reivindicaciones salariales que les permitan recuperar la calidad de vida que alguna vez tuvieron.

La mayoría gana un poco más del salario mínimo y en este momento un cartón de huevos sobrepasa los 300 mil bolívares, es decir, los docentes no tienen ni para comprar este alimento“, mencionó Frank Andrade, Secretario Nacional del Colegio de Profesores.

Cada semana, los educadores protestan frente a la Zona Educativa, piden apoyo a las autoridades regionales y ministeriales.

Hasta ahora no ha existido una respuesta oportuna que contribuya al mejoramiento de sus condiciones de vida. Como muchos funcionarios públicos, Judas vendió su conciencia por 30 monedas de plata.

Poncio Pilatos, pudo hacer justicia, pero torturó a Jesús, se lavó las manos y lo entregó para que lo crucificaran. El abuso de poder también es pecado.

La enfermedad: El camino de la cruz

Padecer y vivir en carne propia el peso de la enfermedad es, sin duda, una de las situaciones más dolorosas en la vida.

Pero, sumarle a esa circunstancia una crisis humanitaria compleja, es realmente devastador. Los pacientes con cáncer, renales, con VIH y demás patologías crónicas viven el camino de la cruz.

De acuerdo con el informe de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, «la situación sanitaria del país es grave: los hospitales carecen de personal, suministros, medicamentos y electricidad para mantener en funcionamiento los equipos».

También en este informe se toma como referencia la Encuesta Nacional sobre Hospitales de 2019, la cual revela que de noviembre de 2018 a febrero de 2019, hubo en los hospitales 1.557 fallecimientos por falta de suministros.

Jesús cargó con el peso de la cruz y en ella fueron clavadas las injusticias de la humanidad. La esperanza que no defrauda es la certeza de la resurrección y, bajo esa premisa, los venezolanos continúan su camino, aferrados a la cruz de cada día con la confianza de un destino diferente. Más justo, más humano.

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