#OPINIÓN Carta de Eleuterio (Nº 7) #28Jun

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“…Dígame usted si eso no es querer a un país, resistirse agarrado de la tierra con las uñas…”

Jorge Puigbó

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Me extrañó recibir tan rápido una nueva carta del pariente, lo digo porque, haciendo un esfuerzo logramos irnos de vacaciones a los andes, fueron unos diez días de tranquilidad que necesitábamos con urgencia y como comprenderán ustedes, llegamos a donde el primo Eleuterio quien dispone de un “caseronón”, con muchas piezas, como le gusta nombrar a los seis cuartos que posee. Es una construcción vieja de gruesas paredes de adobe y techos de caña amarga cubiertos con viejas tejas de arcilla, para mí es un poco húmeda y oscura debido a las viejas ventanas estrechas y altas que conservan. Toda ella está pintada de blanco y alrededor tiene un zócalo de protección de piedra caliza, en el exterior y pintura verde en el interior. Tiene un patio central convertido en un bello jardín de helechos, rosas y hortensias, alrededor del cual están las habitaciones y un largo pasillo que conduce a una gran y modernizada cocina, abierta y luminosa, pero que conserva un fogón de leña. Una pesada puerta de doble hoja, hecha en madera oscura de samán, da acceso a un gran solar lleno de árboles y animales de todas clases: gallinas, pájaros, morrocoyes, perros, gatos y hasta una chiva negra con su cría. De tres matas de mango cuelgan los infaltables chinchorros que se usan cuando el tiempo ayuda y el sol brilla en lo alto. En ese paraíso liberé el estrés acumulado y alimenté el espíritu con largas conversas sobre lo profano y lo divino. Esta vez quise escribir una pequeña introducción para ambientar un poco el contenido de la carta, que menciono y que a continuación les transcribo: “…le debe extrañar que le escriba tan de pronto, pero es que no tengo con quien pueda desahogar todo lo que tengo por dentro, lo cual es en parte su culpa por habernos traído tantas noticias y cuentos, siendo lo más interesante, como siempre, esa forma tan enrevesada de explicarlas que tienen ustedes los caraqueños, siempre le he dicho que no hay que complicarse mucho en los análisis. Bueno, le cuento que después de que ustedes se fueron, el día lunes me fui a “paramear” y me llegué hasta la casa de don Jacinto para echar una conversa acerca de todo lo que hablamos los tres el martes santo, la cuestión fue más larga de lo que pensé y me agarró la noche en ese páramo, menos mal que su mujer prepara un “calentaíto” que lo reconforta a uno, además de que yo me embojoté en una ruana que llevaba por si acaso y al final resultó que nos “apuntalamos” para el regreso con una pisca bien caliente con culantro de monte y unos huevos de pato. Usted bien sabe lo inteligente que es el viejo y lo claro de su mente, recuerde que, en sus tiempos mozos, cuando estaba en la universidad, se fajaba con quien fuera en la política y de allí le quedó lo fuñido que es en sus apreciaciones y lo ahorrativo en las palabras. Le voy a transcribir alguna de sus opiniones lo cual es el motivo principal de esta carta: “Este es un país que ha cambiado mucho, el “ladronismo” es el culpable”, dice él, con el aval que le da el haber  vivido casi un siglo en diferentes sitios de su geografía y haber trabajado hasta hace unos años, cuando se retiró por problemas de salud;  “Venezuela no tuvo tiempo de asimilar la educación necesaria y de una total dependencia de la producción rural, donde cada uno trabajaba para comer, saltó repentinamente y sin preparación suficiente a un sistema en el cual, el Estado se volvió rico por la explotación petrolera y la gente corrió como río por conuco de los campos agrícolas para los campos petroleros, creciendo las ciudades desmesuradamente”. Yo agrego que: cuando la riqueza surge sin casi esfuerzo y el estado se siente el patriarca, dueño y señor de ella, es inevitable que la corrupción permee a la sociedad. Usted se fijó que, el don utiliza mucho las historias para adornar su conversación de forma que a uno se le quedan pegados a la memoria ciertos ejemplos: “No creo en eso que mientan algunos de que nadie quiere a este país, es una gran mentira y le voy a decir el porqué, no más fíjese en esa pobre gente que, allá enfrente camina detrás de unos bueyes arando en esos “filos” por unos barrancones que lo que dan es miedo y luego siembran papitas o zanahoritas a golpe de escardillas y “barretones”, a ellos los gobiernos solo los saludan cuando los necesitan y después…ni te conozco. Mire, ellos no son pendejos, solo que, han sido tantas veces y tantos engaños que al final se resignaron y solo se dedican a lo que saben, con eso sobreviven a duras penas. Dejaron de creer en tantos líderes tramposos y mentirosos, que no se “ajuician” y la gente ya está “aburridora” con el gobierno. La cuestión hoy es que por más que le echen bolas siempre los alcanzan las barbaridades que hacen los que mandan, si no es una cosa, es la otra, fíjese usted lo de la gasolina, leí esta mañanita cuando bajé al pueblo y me pude conectar, mientras me tomaba un café “bautizadito” en lo de mi compadre Alfonso que, en los municipios Miranda, Rangel, Pueblo Llano y Cardenal Quintero, solo hay una bomba de gasolina, sin casi combustible y para más cuento dolarizada ¿Dígame usted como hace un pobre campesino que tiene que esperar hasta 24 horas o más, porque está “brisando” todos los días, dentro de su “Forcito” 350 todo destartalado, “encurrucado”  y muriéndose de frío, para que le echen gasolina? Todas están iguales, la de La Venta, en el municipio Miranda la dolarizaron y en Timotes que está subsidiada casi no llega. No va a estar arrecha la pobre gente.  Así estamos y lo peor es que las cosechas se pierden y hay que botarlas podridas, porque es imposible que se las puedan “jartar” todas y para más “vainas” la policía los mete presos. Dígame usted si eso no es querer a un país, resistirse agarrado de la tierra con las uñas”. Pariente como ve, estoy tratando de mantener esa prosa coloquial y sencilla que caracteriza a la gente de los páramos y que torna diferente la conversación, ya terminando, en la noche me decía: “El pueblo se ha “apercatado” de cómo es la jugada, ya no comen cuentos, salvo los cuatro de siempre que reciben sus ayuditas, la mayoría está buscando a alguien que sea nuevo, que ni huela, ni hieda a pasado, esa es la verdad. El país está arruinado y el que quiera enderezarlo tiene que tener el respaldo de todos, porque tendrá que repartir unos cuantos “vergajazos” para poder cambiar”. Bueno pariente, ahí le dejo un compendio de sabiduría extraída de una persona que creció en la sierra caminando entre “frailejonales”. Espero que vuelva a venir pronto y véngase bien apertrechado con una buena “busaca”, no de comida y bebida, que por aquí todavía se consigue algo, sino de buenos cuentos. Salúdeme a la doñita y a los sobrinos que los espero para cazar conejos parameros. Su primo Eleuterio. 

Jorge Puigbó

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