Heroínas sin capa que sostienen la vida #8Mar

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Por: Violeta Villar / www.lawebdelasalud.com

“La incorporación de las mujeres al empleo remunerado,  no ha venido acompañada por una incorporación en la misma medida de los hombres al trabajo doméstico y de cuidados en sus propios hogares, ni por políticas públicas de cuidados, lo que configura la sobrecarga de trabajo que asumen las mujeres en una y otra esfera de la vida». Dra. Eugenia Rodríguez Blanco

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El testimonio de Nisla Ledezma retrata la situación cotidiana de las mujeres que viven la doble jornada de la mujer trabajadora.

Son las cinco de la tarde en la parada del autobús cercano a la estación del metro de iglesia del Carmen. El paso apurado de mujeres y hombres anuncia la salida del trabajo y la vuelta de retorno a casa.

La espera del autobús juega a favor para la conversación con Nisla Ledezma. También su convencimiento del valor de la palabra de la mujer cuando se escucha en alto y sin miedo.

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“Vengan, hablen… es un trabajo por el Día Internacional de la Mujer; por nuestro día. Dice y anima a quienes, como ella y su madre, Virginia Córdoba, esperan el bus con destino a casa.

Es una mujer que nació con la alegría en el verbo y hasta cuando habla de lo difícil, resulta menos complicado por ese entusiasmo que afirma haber heredado de su madre.

“Lo es todo en mi vida. Gracias a ella aprendí a ser líder comunitaria y echada pa’ adelante» y así se lo he enseñado a mis hijos”, cuenta y busca con su mirada a su madre, quien desde la acera la observa con orgullo.

La situación de las mujeres es complicada porque somos madre y padre. Salimos a la calle a trabajar para el sustento y aun así somos más organizadas, más ordenadas y responsables en el hogar.

Nosotras somos multifacéticas. Hacemos de todo: llegamos a la casa a cocinar, a estudiar con los muchachos y, al día siguiente, a madrugar. Te acuestas a las once de la noche o a las doce y,  cuando vas a ver, son las cuatro y media o cinco de la mañana. ¿Para qué te levantas? Para ir a trabajar y no nos da pereza; siempre estamos listas para todo”.

Tiene tres hijos, de 37, 26 y 15 años y, a sus 57 años, celebra que ahora se preocupa más por ella. “¡Sin miedo al éxito!», exclama con entusiasmo cuando habla de su nueva etapa personal. Separada pero no asustada.

“Me veo bien: trabajo, no me canso… a las mujeres les digo que no dependan del hombre; dependan de su bolsillo y de lo suyo. No puedes esperar que tu esposo venga para comprarte un panti. ¡Noooo, muévelo que con tus manos haces dinero! Cuando me hace falta más dinero, vendo dulces. Nosotras tenemos que ser echadas pa’ adelante y no esperanzarnos en los demás”.

Líder por su causa y la de otros, recuerda que durante la época de COVID-19 trabajó como voluntaria: “Dije: Señor voy a ayudar a los demás. Abrazaba a los pacientes; vi mucha gente morir. Fue triste y horrible, pero Dios me puso en donde debía estar para ayudar a muchas personas”.

El autobús llega cuando todavía quedan historias. Su madre se le adelanta y Nisla Ledezma posa para la fotografía desde el vehículo que hace una pausa generosa hasta una próxima oportunidad.

Hoy es el Día Internacional de la Mujer y, a propósito de la fecha, hemos buscado testimonios de mujeres trabajadoras escogidas al azar, en una tarde de la céntrica vía España, cuando la salida del trabajo las consigue en la entrada del Metro o en la parada del autobús. Son heroínas de rostros anónimos que reflejan el día a día de muchas mujeres y una realidad presente en la mayoría de los hogares: “La incorporación de las mujeres al empleo remunerado,  no ha venido acompañada por una incorporación en la misma medida de los hombres al trabajo doméstico y de cuidados en sus propios hogares, ni por políticas públicas de cuidados, lo que configura la sobrecarga de trabajo que asumen las mujeres en una y otra esfera de la vida”. Dra. Eugenia Rodríguez Blanco (1)

Siempre hay tiempo para estudiar

armen Rentería, servidora pública, madre de familia, con cuatro hijos y apoyo de su esposo a causa de la enfermedad, es el vivo ejemplo del querer y del poder.

A sus 51 años decidió estudiar. Cursa la carrera de Contaduría en la Universidad de Panamá (UP).

“La mía parece una historia de novela. Cuando estaba pequeña no tenía la oportunidad de estudiar, siempre quise. Soy de origen campesino y no es lo mismo criarse en la ciudad que en el campo”.

El tema económico presionaba y estudiar se le convirtió en un meta con obstáculos hasta que una jefa cambió su vida al ofrecerle las condiciones para su formación.

Lograr ser trabajadora en la casa y en la calle es un esfuerzo que reconoce complejo. “Primero con la ayuda de Dios. Sin él nada podemos hacer. Luego la perseverancia y teniendo paciencia”.

Reflexiona que no existe un “manual de vida” con instrucciones… “cuando te toca, y en el momento, lo desarrollas viviendo la situación”.

Su esposo fue siempre un gran apoyo hasta la enfermedad reciente que le impide tener completa movilidad.

“Nos turnábamos para el cuidado de los hijos, llevarlos al médico o las tareas”.

Estudiar, estudiar y estudiar

Zelibeth Martínez apuraba el paso en una vía España que se vacía de vehículos a medida que la tarde cae y las oficinas cuelgan el cartel de hasta mañana. Tiene una maestría en Estadística y a las mujeres aconseja: “Todo tiempo y sacrificio invertido en educación vale la pena”.

María Elena González afirma que “se trabaja más en casa que en la calle” incluso así no se tenga hijos. “Ni yo misma sé cómo lograba hacer todo”, cuenta desde su posición actual de jubilada.

Dolores Castañeda tuvo un hijo. “Mi esposo cocinaba cuando yo se lo pedía. Uno no piensa mucho en cómo se hace para lograr atender todo; se hace”.

Hacia un sistema nacional de cuidados

La Dra. Eugenia Rodríguez Blanco, Doctora en Antropología Social y magíster en Género y Desarrollo,investigadora asociada del Centro Internacional de Estudios Políticos y Sociales AIP-Panamá (CIEPS), dijo que en el caso de Panamá todavía queda camino por recorrer si bien se está planteando crear un sistema nacional que incluya servicios dirigidos a apoyar en la responsabilidades y trabajos de cuidados.

Explicó que ante la evidencia, los tomadores de decisiones están considerando la complejidad para las mujeres de participar en la economía al tener que ocuparse de tantas responsabilidades asociadas a los cuidados lo cual “marca mucho la desigualdad entre hombres y mujeres”.

“Social y culturalmente se ha avanzado muy poco a pesar de que la mujer panameña se ha incorporado de una manera, prácticamente masiva, al mercado laboral”, porque no se le “ha descargado de las tareas que tenía asignadas antes” de incorporarse al trabajo, con lo cual se perpetúan las dobles jornadas, en casa y en el trabajo.

Considera necesario pasar al concepto de corresponsabilidad, el cual indica que “tanto el padre como la madre, el hombre o la mujer, los dos, son responsables y los dos tienen entonces que conciliar”.

Desde esta visión se han generado recomendaciones de políticas públicas, con cambio de perspectivas hacia una paternidad responsable que no significa solo aportar ingresos. Va más allá y significa dedicarse a los cuidados, atender a los hijos en sus actividades escolares o emocionalmente.

Iniciativas son los horarios flexibles, la posibilidad de reducir la jornada de trabajo, servicio de cuidado de los niños… si bien suelen ser “políticas digamos de conciliación, pero realmente la conciliación está pensada sólo para las mujeres, quienes recurren a estas posibilidades de conciliación”, afirma la especialista.

Las voces más críticas incluso afirman que la conciliación es un mito y una trampa. Un mito porque es imposible criar y trabajar al mismo tiempo, y una trampa, pues las escasas medidas dirigidas a la conciliación son planteadas para que las mujeres puedan hacer posible lo imposible, trabajando y cuidando al mismo tiempo. Son concebidas para que la incorporación de las mujeres al mundo laboral no implique desatender las responsabilidades que les fueron tradicionalmente asignadas en el hogar” (2)

Es fundamental, observa, que se reconozca la importancia de este trabajo (el de casa) que es la base de la vida, ya que el trabajo remunerado no es posible si no estás bien alimentado, si no llevas la ropa limpia o no tienes un lugar adecuado para descansar…

“Ese trabajo que sostiene la vida debe ser visibilizado y reconocido en la conciencia social, entonces hay que insistir mucho en su importancia y en medirlo”.

Cerrar las brechas de género en empleo

ONU Mujeres, en su comunicado a propósito del Día Internacional de la Mujer, llamó a crear más de “300 millones de puestos de trabajo mediante inversiones en servicios asistenciales, como la prestación de servicios de guardería y de atención a personas mayores. Y cerrar las brechas de género en el empleo podría impulsar el producto interno bruto per cápita en un 20% en todas las regiones”.

La realidad actual, señala la institución, dista mucho de ello.  

“Los programas dedicados a la igualdad entre los géneros representan sólo el 4% de la asistencia oficial para el desarrollo. Se necesitan 360.000 millones de dólares adicionales al año en los países en desarrollo para lograr la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres. Esto es menos de una quinta parte de los 2,2 billones de dólares gastados a nivel mundial en gastos militares en 2022, por ejemplo”.


«Dado el papel crucial de las mujeres en las economías rurales y los sistemas agroalimentarios, en particular en los países de ingresos bajos y medios, abordar la brecha de género en la financiación es fundamental para un desarrollo rural más inclusivo y equitativo. Reducir esta brecha no sólo empodera a las mujeres, sino que también puede tener importantes beneficios para sus hogares y comunidades», aseguró por su parte María Helena Semedo, directora general adjunta de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO).

«Cuando invertimos en mujeres y niñas, nutrimos comunidades enteras», afirmó Valerie Guarnieri, subdirectora ejecutiva de Operaciones de Programas del Programa Mundial de Alimentos (PMA). «Podemos ganar la batalla contra el hambre y la malnutrición empoderando y apoyando a las mujeres para que tomen la iniciativa».

Un día para la reflexión, la mirada y la acción desde los relatos múltiples que demuestran la necesidad de seguir avanzando por más equidad y justicia en el nombre de la mujer, heroína sin capa en una sociedad llamada a reconocer su liderazgo.

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