En acto solemne efectuado en Caracas, el doctor Roberto Briceño León, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela, director del Laboratorio de Ciencias Sociales (Lacso) y fundador del Observatorio de Violencia de Venezuela (OVV), se ha convertido en el primer sociólogo de la Academia Nacional de Ciencias Económicas de Venezuela.
Tal distinción constituye el reconocimiento a su larga trayectoria como docente universitario, investigador de la sociología de la salud, de la sociología de la violencia y su vinculación con los aspectos económicos de nuestro país, así como el trabajo que ha desarrollado tanto en Lacso como en el OVV.
Es de destacar que el nuevo académico ha sido también el primer sociólogo incorporado a la Academia de Ciencias de América Latina (ACAL), conformada por más de 300 miembros de 17 países, quienes se han destacado en matemáticas, medicina, biología, química y física. Y se le seleccionó en reconocimiento a su labor investigativa de más de cuarenta años en dos especialidades: sociología de la salud y sociología de la violencia.
Ha sido integrante del Comité Ejecutivo de la International Sociological Association, Coordinador Mundial del International Forum for Social Sciences and Health e integrante del Comité Asesor de Investigaciones de Salud (CAIS) de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en Washington y de varios comités de investigación básica y aplicada de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en Ginebra. Es autor de más de cien artículos científicos y de 26 libros publicados.
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El acto de incorporación fue presidido por la máxima autoridad de la ANCE, doctor Leonardo Vera, quien estuvo acompañado en el presídium por el vicepresidente, doctor Luis Zambrano; el secretario, doctor Urbi Garay; y el bibliotecario de la institución, doctor Enzo del Búfalo. Asistieron miembros de la Academia y de otras Academias, autoridades universitarias, profesores y la familia del doctor Tomás Enrique Carrillo Batalla, cuyo sillón ahora es ocupado por el doctor Briceño León.
En su panegírico que hizo por su antecesor al instalarse como académico confesó sentir gran admiración por la vida y obra, según sus propias palabras, del investigador acucioso y político discreto que fue el doctor Carrillo Batalla y por dos razones personales y familiares.
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La primera es por el agradecimiento personal que le guardo por la deferencia en el trato que siempre recibí de su destacada figura, siendo yo apenas un joven investigador. Al encontrarlo en los pasillos de la Universidad Central, le hacía preguntas osadas o tal vez indiscretas en aquel dogmatizado y turbio medio universitario de los años setenta. Siempre me atendió con pedagógica sencillez, y me ofreció generosas recomendaciones que debía seguir en la investigación que adelantaba para mi tesis doctoral sobre los efectos perversos del petróleo.
En segundo lugar, porque debido a nuestros comunes orígenes trujillanos, siempre tuvo una grata mención a nuestras familias y, en particular, un cálido recuerdo de la cercanía que existía entre la familia de su esposa, los Briceño Iragorry, y las de sus primos, los Briceño Enríquez, a la cual pertenecía mi padre. Así que nuestra conversación volvía siempre sobre los pueblos de Trujillo. sus montañas y los recuerdos sobre quienes fueron mis mayores.
El doctor Carrillo Batalla tuvo una larga y fructífera vida, expuso el doctor Briceño León. Nació en Caracas en 1921, pero su familia tenía gran arraigo político y económico en el estado Trujillo, pues sus ascendientes habían sido líderes políticos y empresarios innovadores, que llevaron la primera imprenta a la zona y a fines del siglo XIX formaron una compañías cuyas acciones fueron vendidas públicamente, y con cuyo capital se pudo realizar la construcción del ferrocarril que permitió llevar el café desde el piedemonte andino hasta el lago de Maracaibo y de allí al mundo.
Se formó como abogado en la Universidad Central de Venezuela y realizó un máster en economía en la Universidad de Michigan y el doctorado en las universidades de Columbia, y Central de Venezuela. En su vida fue un empeñado jurista, un notable servidor público, impulsor de leyes y de políticas económicas, y un minucioso analista e historiador que legó una vasta producción bibliográfica. Además fue banquero, empresario, ganadero y un agricultor amante del campo y los caballos.
Tomás Enrique Carrillo Batalla no fue un político de tribuna en la plaza, tampoco un ambicioso guerrero afanado en triunfos pequeños o en dejar la tierra arrasada, sino que fue un constructor de instituciones, de respuestas y soluciones sólidas que permitieran construir un futuro sustentable.
Mantuvo siempre sus convicciones democráticas, lo cual llevó a que en los inicios de los cincuenta, el gobierno militar le interviniera su finca de Barinas por unos supuestos daños ambientales. Y dos años después, al exigir que se respetaran los legítimos resultados de las elecciones de 1.952 , la dictadura de Pérez Jiménez lo apresó y mantuvo en la Cárcel Modelo durante año y medio hasta que pudo salir al exilio.
Sin embargo, no fue un cultivador de odios ni de venganzas, sino un tejedor de acuerdos y arreglos políticos que permitieran avanzar, hacer factibles las ideas y los planes. echar las bases sanas de una economía y un Estado.
Fue un operador político discreto, que permitía acercamientos entre los diferentes, la reconciliación entre los rivales o enemigos, y así lo hizo desde las distintas posiciones que ocupó como servidor público y como diputado.
A la caída de la dictadura en 1958 formó parte junto con empresarios como Eugenio Mendoza o comunistas como Salvador de la Plaza de la Comisión de Reforma Agraria, la cual buscaba conciliar intereses de campesinos y propietarios de tierras, y que fue el soporte de la posterior Ley de Reforma Agraria.
En 1960 cuando lo nombraron ministro de Hacienda, renunció a la presidencia del Banco República, en cuya fundación había participado y vendió toda su participación accionaria, pues consideró que su condición de banquero era incompatible con sus funciones de ministro encargado de las finanzas.
El doctor Briceño León se refirió al Plan de Recuperación Económica formulado por el doctor Carrillo Batalla para reanimar las actividades económicas y, posteriormente, en 1969 a la actuación que tuvo en la Comisión de Pacificación del país, a sus labores como diputado del Congreso Nacional entre 1979 y 1983, así como el papel que cumplió como miembro de la Comisión para la Reforma del Estado.
Como escritor prolífico expuso sus ideas en libros sobre las finanzas públicas, la reforma fiscal, el desarrollo económico, la legislación económica y fiscal del régimen de Simón Bolívar y el pensamiento de Cecilio Acosta, Santos Michelena, Fermín Toro, Francisco Aranda y muchos más. Escribió sus visiones sobre el concepto de democracia, la vinculación del derecho y la economía, el dilema entre la intervención del Estado o la economía de mercado.
El doctor Briceño León también se refirió a la labor de compilador e impulsor de la memoria colectiva con los libros sobre la Historia de las finanzas públicas en Venezuela, el soporte estadístico de las cuentas nacionales, la Historia del pensamiento rector de las finanzas públicas nacionales(en cinco tomos) y la hemerografía económica del siglo XIX.
Tras destacar el aspecto gremialista, afirmó que la vida y obra del doctor Carrillo Batalla marca un modelo y una senda, un ejemplo que debemos seguir para el reencuentro, la reconciliación y la construcción común de un futuro posible en estos tiempos aciagos de la República.
Por todo ello, hoy me siento honrado de poder ocupar el sillón que le perteneció y continuar su obra, expresó el doctor Briceño León, quien expresó su agradecimiento a los miembros de la Academia por el honor de haberlo aceptado como miembro de ese ilustre cuerpo.