Ya son más de treinta y cinco años suplicándole a la nada que al menos se analice un mínimo de las alertas que he lanzado al sordo vacío de la inactividad caracterizada por la desidia o el desconocimiento de la magnitud de los daños que por décadas se ha causado a la naturaleza y los incuantificables daños materiales y pérdidas de vidas con que la naturaleza se ha hecho sentir.
Presumo que no es entendible que, existiendo en Venezuela más de siete leyes y tres artículos de la Constitución Nacional y hasta un ministerio, que conforman el Estamento Legal destinado a la protección y preservación del ambiente, se cometan ecocidios y demás delitos ambientales amparados en una presunta impunidad injustificable, a sabiendas que, tarde o temprano serán los seres vivos quienes paguen por las aberraciones cometidas.
¿Cómo despertar el amor a la vida preservando la de nuestra descendencia?
No es lógico, ni razonable, que seres humanos y por ende seres pensantes, destruyan las fuentes de producción que nos proveen los alimentos elementales para nuestra subsistencia.
La tala y la quema, la deforestación en zonas de alta fragilidad ecológica, las invasiones humanas en zonas de alto riesgo, han sido suficientemente denunciadas y, han sucedido siguen sucediendo ante el conocimiento impune de quienes han aceptado la suficiente autoridad para cumplir con la responsabilidad de parar esta debacle.
La inclemencia de la naturaleza se hizo sentir con intensidad en el estado Mérida, en sectores como: Los Aleros, San Isidro, Apartaderos que fue golpeado, roto y desbordado, el río arrasó con casas, sueños y siembras; con los sectores: El Baho, Santo Domingo, Gavidia, el Parque Alberto Carnevali, Don Perucho, Cacute, Escaguey, Las Gonzáles; supuestamente son doce los municipios merideños afectados
Presuntamente en la autopista José Antonio Páez, colapsó el puente La Trinidad, ubicado en el municipio Ospino, por el desbordamiento de una represa de una finca.
El desbordamiento del río Táchira, en el sector La Parada, ocasionó grandes pérdidas.
En las redes sociales se han reportado grandes y graves daños en los estados Táchira, Mérida, Trujillo, Barinas y Portuguesa.
Entre tanto el cielo sigue encapota´o.
No todo el tiempo mi lucha ha sido en solitario, también me han acompañado ecologistas, profesionales del ramo, ingenieros forestales, ex directores del extinto Ministerio del Ambiente y de los Recursos Renovables, MARN, doctores especializados en Cambio Climático.
Habiendo solicitado su permiso con anterioridad, me permito transcribir las palabras recibidas del Ing. Cristopher Kossowski. Cito:
Estamos sobre el solsticio de verano (20 de junio), la fecha en que durante miles de años el Río Portuguesa alcanzaba la velocidad de crecida superficial adecuada, para la inducción instintiva de la reproducción natural en que desovaban todas sus especies ícticas.
Ahora, hoy en día, es el triste destino, del gran río llanero que tuvo la mayor productividad en biomasa por unidad de volumen de cualquier otro del país; sin embargo, hoy día, tiene un régimen hidráulico catastrófico de arrastre de deslave de detritos de miles de toneladas de barro asfixiante; a casi cerro de 02 disuelto conlleva la mortalidad de toda especie noble de peces de cualquier talla, a lo largo y ancho de 400 kms. hasta su desembocadura al río Apure.
Mis alertas por medios de comunicación durante más de 20 años, simplemente han sido desoídas, ante las autoridades competentes. Las razones van desde la ignorancia, desidia, inercia, burocrática de algunos, hasta la permisividad culpable, ante la deforestación masiva a la casi totalidad de sus bosques primarios, desde sus nacientes en la cuenca alta, pasando la desaparición de bosques ribereños en los Llanos Altos y Bajos.
A lo expuesto, se suma el creciente a exponencial cambio climático, en donde la red hidrográfica del río Portuguesa tuvo en el pasado excedentes hídricos. Pero la diferencia entre esos excedentes por lluvias respecto a la evapotranspiración será cada mayor en las próximas décadas; que llevará a mayores escenarios de avenidas de drenajes catastróficos sobre áreas urbanas como rurales de producción agropecuarias, como también por la sedimentación acelerada de sus embalses.
Este panorama desolador, se podría atenuar con las propuestas que aún considero posibles de Manejo Integral de la Cuenca y la declaración de Sujeto de Derecho al Río, con autoridad de área severa.
Puede que lo considerado ya sea una quimera ante la magnitud del desorden caótico hidráulico al río en cuestión. Pero el reto de intentarlo o no, tendrá repercusión en la próxima generación que nos juzgará por nuestra acción correcta o a la inacción irresponsable.
Sí, es necesario, aquí la idea es crear conciencia ante la ciudadanía, de las causas, consecuencias y las soluciones perentorias; que requieren la solidaridad y aporte de cada uno de nosotros para lograr atenuar y restaurar en lo posible, el río clave en la red hidrológica del Edo Portuguesa y q tiene sus nacientes en el Estado Lara. (F.deC.).
Maximiliano Pérez Apóstol