El sacerdote escocés Ninian Doohan, de 44 años, hizo historia al celebrar una Misa católica a 5.364 metros de altura en el campamento base del Monte Everest, en Nepal, convirtiéndose en una de las más altas registradas del mundo.
La liturgia, una Misa por la Paz, coronó un ascenso de ocho días desde Lukla como cumplimiento de una promesa a su guía sherpa, Gele Bishokarma, a quien había bautizado en 2023 en Edimburgo.
El padre Doohan, de la Diócesis de Dunkeld (Escocia), utilizó una piedra tallada como altar, llevada por uno de los porteadores, de fe hindú, quien escuchó allí mismo una explicación sobre el significado de la Eucaristía.
“El cielo ha vuelto a descender a la Tierra en su punto más alto”, declaró el sacerdote durante la celebración, acompañado por una veintena de personas y reliquias que llevó consigo hasta el “techo del mundo” y añadió, “Ciertamente es la primera Santa Misa aquí en el naciente pontificado del Papa León XIV”, enfatizó.
Peregrinación de fe
El padre Doohan llegó a Nepal el 2 de mayo con ayuda médica para una misión jesuita en Katmandú y desde allí partió con Bishokarma y un pequeño grupo de cargadores hacia la cordillera del Himalaya, llevando su sotana como símbolo de que no era una hazaña deportiva, sino una peregrinación de fe. La caminata, en condiciones extremas, le dejó “un profundo sentido de gratitud en medio del agotamiento”.
El padre reconoció que la caminata fue físicamente devastadora: “Tu cuerpo está limitado por todos los elementos posibles”, dijo. El aire enrarecido, el frío extremo, el dolor muscular constante y la amenaza de mal de altura exigieron una resistencia más allá de lo físico. “A veces es simplemente un pie delante del otro”, compartió.


Una promesa y gesto de gratitud
La decisión de celebrar la Misa en el Everest nació de una promesa y un gesto de gratitud. En Navidad de 2023, Doohan bautizó a Gele Bishokarma, un joven guía sherpa, en su parroquia de Edimburgo.
Al concluir el sacramento, le prometió: “Te encontraré en tu tierra natal”. Cumplió esa palabra meses después, no solo para visitarlo, sino para llevar la Eucaristía hasta el punto más alto donde pudiera compartirse como signo de paz y hermandad universal.
En Nepal, un país de casi 29 millones de habitantes, los católicos representan apenas el 0,03% de la población, alrededor de 8.000 personas, pero su número crece poco a poco gracias a misiones como la que inspiró al padre Doohan.
“Quería ver nuestra fe católica vivida en el punto más alto de la Tierra”, expresó el sacerdote. Mientras que Sir Edmund Hillary, uno de los primeros en conquistar el Everest, enterró un crucifijo bendecido por el Papa Pío XII en 1953, la Misa del padre Doohan es la más alta registrada en el sitio actual del campamento base, según registros eclesiásticos reseñados por el medio ACI Prensa.
Contribuciones de los feligreses
Antes de emprender su travesía al Himalaya, los feligreses del padre Doohan en Escocia iniciaron una campaña en la plataforma JustGiving con el modesto objetivo de reunir 750 libras esterlinas (alrededor de 1.000 dólares) para apoyar la misión jesuita de San Ignacio en Katmandú, que gestiona clínicas móviles y una escuela para niños con necesidades especiales.
La respuesta fue tan entusiasta que las donaciones superaron las 5.000 libras (más de 6.700 dólares) incluso antes de que el sacerdote llegara al campamento base del Everest.
Con humor y sencillez, el padre Doohan dijo que también debe agradecerle a su perra, que tuvo una camada de cachorros justo antes del viaje. Los cuales vendió entre sus feligreses para completar el dinero necesario para el boleto aéreo, ya que los sacerdotes en Escocia viven una vida de lo que un sacerdote describe como “pobreza distinguida”.


Vocación forjada en la adversidad
Criado en un hogar escocés marcado por la inestabilidad familiar y la pobreza, el padre Doohan encontró consuelo y propósito en la fe católica. Tras emigrar a Australia a los 12 años, el contacto diario con la Misa lo llevó a responder el llamado al sacerdocio.
Luego de años de discernimiento, incluyendo experiencias con órdenes religiosas como los norbertinos y los cartujos, fue ordenado en 2014 como sacerdote diocesano, convencido de que la presencia de Cristo debía llegar incluso a los lugares más remotos del planeta, y desde entonces ha servido en comunidades, hospitales y con los más vulnerables.
Actualmente, sirve en San Patricio, en Edimburgo, y trabaja en el discernimiento de fundar el primer Oratorio de San Felipe Neri en Escocia. Mientras tanto, su histórica Misa en el Everest ya inspira a muchos fieles como testimonio vivo de una fe que no conoce límites geográficos ni climáticos.